Thursday, November 21, 2024
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Una visión basada en principios de las naciones y el nacionalismo

En Nations by Consent, Murray N. Rothbard traza una distinción importante entre nación y estado. Si bien considera al estado como depredador, explotador, parásito y criminal, no considera que las naciones formadas por consentimiento sean colindantes con el estado. En su opinión, el concepto de nación y la aspiración de formar naciones por consentimiento reflejan “sentimientos subjetivos de nacionalidad, basados en realidades objetivas” de tiempo y lugar en que nacen las personas. Rothbard explica: “La ‘nación’ no puede ser definida con precisión; es una constelación compleja y variada de diferentes formas de comunidades, lenguas, grupos étnicos o religiones”.

Si bien el concepto de nacionalismo puede ser utilizado –y a menudo es utilizado– por los estados para persuadir a la gente a apoyar objetivos estatistas –por ejemplo, cuando los gobiernos belicistas afirman que sus intervenciones son necesarias en “el interés nacional”–, sigue siendo importante distinguir entre estado y nación. como forma voluntaria esta última de asociación cultural que expresa valores humanos que son importantes para muchas personas.

Nacionalismo Verdadero y Falso

El deseo humano de expresar un sentido de pertenencia a través del idioma, el patrimonio o la cultura, es un elemento importante de la autodeterminación. La importancia de este sentido de pertenencia a una nación se ha vuelto especialmente aguda en los últimos años, a medida que la revisión orwelliana de la historia busca denigrar a grupos enteros de personas por los presuntos crímenes de sus antepasados. Por ejemplo, la “teoría crítica de la raza” afirma que razas o naciones enteras son “opresoras” responsables de todos los males del mundo. Además, las siniestras maquinaciones del Hombre de Davos han llevado a muchos a resistirse a ser “globalizados”, resaltando su sentido de pertenencia a una nación. En ese contexto, el nacionalismo se convierte en una forma de resistencia a los intentos del Foro Económico Mundial [WEF] de dictar cómo debemos vivir.

Muchas personas asocian erróneamente el nacionalismo con afirmaciones de superioridad racial y construcción de imperios y, por lo tanto, ridiculizan por ejemplo las afirmaciones de los blancos de ser indígenas de Europa como “la creación de mitos nacionalistas de la extrema derecha”. Niegan que los blancos puedan ser un pueblo indígena. Ésto pasa por alto el componente cultural del nacionalismo. Si bien tanto von Mises como Rothbard criticaron los slogans de “sangre y tierra”, ambos enfatizaron que en la tradición clásica el liberalismo no busca prescribir la importancia que la gente debe otorgar a la cultura, la herencia o la religión. Como observa Rothbard:

Los libertarios contemporáneos a menudo suponen, erróneamente, que los individuos están unidos entre sí sólo por el nexo del intercambio de mercado. Olvidan que todo el mundo nace necesariamente en una familia, una lengua y una cultura. Cada persona nace en una o varias comunidades superpuestas, que generalmente incluyen un grupo étnico con valores, culturas, creencias religiosas y tradiciones específicas. Generalmente nace en un “país”. Siempre nace en un contexto histórico específico de tiempo y lugar, es decir, vecindario y área de tierra.

La gente parece no tener dificultad en reconocer estos aspectos positivos del nacionalismo en el contexto de los “pueblos indígenas”. Nadie acusa a los indígenas de ser de “extrema derecha”. Por el contrario, se les elogia y alaba por expresar sentimientos nacionalistas, y se alienta a la gente a reconocer sus reclamaciones de soberanía territorial. Por ejemplo, la ciudad de Vancouver se ha declarado situada en tierras pertenecientes a grupos indígenas.

De manera similar, la ONU declara que los pueblos indígenas tienen derecho a la autodeterminación y a la autonomía, al autogobierno y a una “nacionalidad” como miembros de una “nación indígena”. También tienen derecho a conservar su “integridad como pueblos distintos”, y a no ser desposeídos de sus “tierras, territorios o recursos”.

La ONU no tiene una definición formal de pueblo indígena [“No existe una definición singularmente autorizada de pueblo indígena según el derecho y las políticas internacionales, y la Declaración Indígena no establece ninguna definición”], pero en la práctica generalmente se entiende que los pueblos indígenas son los llamados grupos étnicos “racializados”. La Cámara de los Comunes del Reino Unido, al negarse a ratificar las declaraciones de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, declaró que no hay pueblos indígenas en el Reino Unido. Ésto significaba, por supuesto, que no hay pueblos indígenas no blancos en el Reino Unido, pero se percibía ampliamente que reflejaba la suposición de que los pueblos blancos no constituyen “grupos étnicos” a los efectos de reconocer el derecho de los pueblos indígenas a una identidad étnica y cultural como nación. En esta cuestión, como en tantas otras cuestiones en la era de las políticas de identidad, la visión que la gente tiene de las naciones y el nacionalismo parece a menudo irracional y sin principios.

Una razón por la que la gente puede buscar la autodeterminación a través de las naciones, es vivir de acuerdo con los valores culturales que les importan. Pero no todas las culturas son iguales y, por lo tanto, se hace necesario evaluar la idea de nación y nacionalismo en el contexto político en el que se utilizan estos términos, y adoptar una visión de principios de las reclamaciones que se efectúan.

Pertenecer a una cultura nacional y sentirse patriótico hacia la propia nación, es sin duda importante para muchas personas, pero sería económicamente desastroso tratar el patriotismo como una justificación para intervenciones económicas estatistas. Mises señala un punto importante en Omnipotent Government, en el sentido de que el nacionalismo no puede ofrecer un sustituto al libre mercado como camino hacia la prosperidad:

El patriotismo es el celo por el bienestar, el florecimiento y la libertad de la propia nación. El nacionalismo es uno de los diversos métodos propuestos para lograr estos fines. Pero los liberales [clásicos] sostienen que los medios recomendados por el nacionalismo son inapropiados, y que su aplicación no sólo no lograría los fines buscados sino que, por el contrario, debe resultar en un desastre para la nación. Los liberales también son patriotas, pero sus opiniones respecto de los caminos correctos hacia la prosperidad y la grandeza nacionales, difieren radicalmente de las de los nacionalistas. Recomiendan el libre comercio, la división internacional del trabajo, la buena voluntad y la paz entre las naciones, no por el bien de los extranjeros, sino para la promoción de la felicidad de su propia nación.

Mises también advierte sobre los peligros de un fervor nacionalista que lucha por la conquista, la agresión y el dominio. Destaca los peligros del nacionalismo cuando se lo ve como “un modelo para la acción política y militar, y el intento de realizar estos planes”, pero lo distingue de “la lucha por el gobierno popular, la autodeterminación nacional y la autonomía política” a las que aspiran los pueblos libres.

Nacionalismo y Secesión

Una de las cuestiones más importantes que surge en relación con la autodeterminación, es el derecho a la secesión. Rothbard ve a la secesión voluntaria como una forma de crear naciones genuinas; es decir, naciones formadas por consentimiento:

En resumen, a cada grupo, a cada nacionalidad, se le debería permitir separarse de cualquier estado-nación, y unirse a cualquier otro estado-nación que acepte incorporarlo. Esa simple reforma contribuiría en gran medida a establecer naciones por consentimiento.

El debate sobre la secesión se ha avivado en los últimos años tras el Brexit del Reino Unido respecto de Europa. La idea de secesión parece cada vez más atractiva para las personas atrapadas en estados donde tienen pocas esperanzas de influir en las políticas que rigen sus vidas a través de la toma de decisiones democrática. Por ejemplo, en Sudáfrica, el Cabo Occidental ha lanzado un movimiento de independencia que busca separarse de un país controlado por una mayoría negra de 80% que, convencidos de su capacidad para hacer que el comunismo funcione incluso cuando el país continúa su catastrófico declive económico, votan continuamente por un gobierno comunista obsesionado con la raza. En Canadá, los críticos consideraron la Ley de Soberanía dentro de un Canadá Unido de Alberta, como “una amenaza inconstitucional al tejido básico del gobierno del país”, en medio de la preocupación de que esta oposición a las regulaciones federales fuera impulsada por secesionistas del Wexit. “Wexit” es una etiqueta asociada a varios grupos políticos que hacen campaña por la autodeterminación en el oeste de Canadá; en particular Alberta, Saskatchewan y Manitoba.

Quienes se oponen a la secesión argumentan que está mal dividir países y violar la integridad territorial de un país. Sostienen que se deben respetar las fronteras nacionales establecidas. El argumento de Rothbard en relación con las fronteras nacionales, es que no existe una unidad necesaria entre una nación genuina y el estado parásito con el que esa nación puede estar asociada, de modo que las fronteras estatales no necesariamente coinciden con las naciones:

Es absurdo designar a cada estado-nación, con sus fronteras autoproclamadas tal como existen en un momento dado, como de algún modo correcto y sacrosanto, cada uno con su “integridad territorial” para permanecer tan impecable e intacto como su o mi persona corporal o propiedad privada. Invariablemente, por supuesto, estos límites han sido adquiridos por la fuerza y la violencia, o por acuerdos interestatales por encima y más allá de las cabezas de los habitantes del lugar, e invariablemente estos límites cambian mucho con el tiempo, de manera que convierten en verdaderamente ridículas las proclamas de “integridad territorial”.

Además, Rothbard señala que las disputas fronterizas entre diferentes naciones no son análogas a las disputas fronterizas entre propietarios individuales. Las fronteras estatales no reflejan una entidad unida análoga a un propietario privado que vive dentro de límites fijos, y estamos obligados a equivocarnos si aplicamos las reglas de adquisición de propiedades para determinar la integridad de las fronteras nacionales. Rothbard advierte contra ésto:

Éstos son los escollos en los que estamos destinados a caer, si seguimos atrapados en la mitología del “estado-nación”, cuyas fronteras aleatorias a veces deben ser mantenidas como una entidad propietaria, con sus propios “derechos” sagrados e inviolables. en una analogía profundamente defectuosa con los derechos de propiedad privada.

Éste es el peligro que Rothbard destacó en War Guilt in the Middle East; a saber, que en el contexto de la guerra, es necesario determinar quién tiene la responsabilidad básica de la agresión, en lugar de tratar el asunto como una simple disputa fronteriza entre dos vecinos individuales. La misma precaución se aplica al discurso del nacionalismo, ya que es necesario distinguir entre el sentimiento patriótico que expresa pertenencia a una cultura o herencia, y el que busca promover al “estado total” contra el que advirtió Mises.

 

 

 

Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

Wanjiru Njoya
Wanjiru Njoya
é bolsista residente do Mises Institute. É autora de Economic Freedom and Social Justice (Palgrave Macmillan, 2021), Redressing Historical Injustice (Palgrave Macmillan, 2023, com David Gordon) e "A Critique of Equality Legislation in Liberal Market Economies" (Journal of Libertarian Studies, 2021).
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