El fenómeno político global y presidente de Argentina, Javier Milei, inició su presidencia en diciembre de 2023. Después de ocho meses y más allá de algunas buenas acciones, su desempeño en el plano interno está marcado por una cantidad importante de errores para un supuesto libertario y seguidor de la economía austriaca. Sin embargo, Milei es peor en materia de política exterior. Es un firme partidario de la narrativa imperialista de Washington; es decir, no es un defensor del no intervencionismo en lo más mínimo, y su política exterior, tal como la anunció y llevó a cabo desde que asumió el cargo, es de un neoconservador al mando del gobierno argentino. Ahora examinaremos en detalle por qué es así.
La guerra entre Rusia y Ucrania
En febrero de 2022, el diputado Milei fue muy claro. Tras denunciar en la televisión la «vocación totalitaria de Putin», se pronunció a favor del «mundo libre». Criticó al gobierno argentino por no aprovechar la oportunidad para condenar la invasión rusa, y por su «falta de comprensión de cómo funciona el mundo», y continuó diciendo: «Yo no hago tratos con asesinos, le dije no a China, no a Corea del Norte, no a Rusia, no a nadie que no respete el mundo libre».
Luego Milei continuó con «una cuestión moral» sobre la guerra: «Cuando lo que está pasando está mal, no puedes adoptar una posición neutral, porque eres cómplice… Si ves —esto es un ejemplo, por favor— que Tato está golpeando a Florencia, tienes que salir a defender a Florencia, porque sabes que eso está mal». Seguramente, pero solo si ayudas a Florencia con tus propios medios personales, y si estás seguro de que Tato no estaba reaccionando a una agresión previa de Florencia contra él. Sin embargo, los deberes morales difieren de los Estados que hacen la guerra. En su ejemplo, Milei equipara a los individuos con los Estados, y si bien los individuos son normalmente los propietarios justos de todo lo que tienen para luchar, ningún Estado puede reclamar lo mismo. Milei sólo puede tomar en serio su ejemplo, al suponer que los Estados ucraniano y ruso son los legítimos propietarios del territorio que reclaman. No obstante, para los libertarios ningún gobierno posee de manera adecuada y justa toda la superficie terrestre del país; la tierra debería ser de propiedad adecuada y justa de los individuos. Y si un Estado cruza la frontera y lucha contra otro Estado, esto en sí mismo no cambia el hecho de que ambos son agresores de su población sometida.
Ese mismo mes, Milei escribió un mensaje sobre la guerra, refiriéndose al «Concierto de las Naciones Democráticas del Mundo», amenazado por el avance militar del «autoritarismo colectivista», y dijo:
Quienes defendemos sin vacilaciones un modelo de Sociedad Abierta y Libre, debemos unir fuerzas en favor de una estrategia eficaz para enfrentar a los enemigos de la Libertad … No hay margen para que los Líderes del Mundo Libre se detengan en debates estériles y paralizantes …
El rechazo por parte de Milei de la visión libertaria no intervencionista podría ser atribuida a la falta de comprensión o adopción del libertarismo. Es decir, por el simple hecho de ignorar la naturaleza misma del Estado, de una banda criminal, mafia de protección que grava o estafa de alguna otra manera a las personas productivas para su propio beneficio y el de sus miembros, amigos y partidarios. Esta idea fundamental aclara cualquier confusión no sólo respecto del Estado en sí, sino en particular también respecto de las guerras entre Estados, revelándolas como guerras entre bandas rivales.
Normalmente estas guerras involucran cuestiones territoriales, y son siempre conducidas por líderes de bandas a expensas de otras personas (dinero, recursos y mano de obra). Ya sean ofensivas o defensivas, los costos de la guerra son socializados, y las ganancias prospectivas son privatizadas, haciendo que las guerras sean más probables, prolongadas y agresivas. En este caso, la banda de Zelenskyy había provocado continuamente a la banda de Putin, y sus provocaciones fueron alentadas y apoyadas por la banda estadounidense (asistida por sus vasallos de la OTAN en Europa), que ve a la banda de Putin como enemiga y obstáculo para su hegemonía global.
De todos modos, frente al problema de la seguridad colectiva los libertarios deberían tratar de mantenerse equidistantes de ambas partes, y evitar provocar a cualquiera de las dos. Siempre deberían estar abiertos a las conversaciones con ambos lados y, en la medida de lo posible, promover la descentralización de la toma de decisiones, para delimitar la guerra y reducir sus costos. En resumen, los libertarios deberían abogar por hacer de todas las decisiones sobre la guerra un asunto cada vez más local y, en última instancia, privado, con el fin de promover una delimitación de la guerra y su fin.
Sin embargo, Milei se desvía del individualismo metodológico hacia el holismo metodológico o colectivismo. No hay tal cosa como Ucrania o Rusia, solo hay bandas —mafias extorsionadoras— que gobiernan esos países, y personas que residen en territorios controlados por esas bandas. Por lo tanto, pedir a las bandas del «mundo libre» que unan sus fuerzas no es libertario, porque tales bandas no son las dueñas legítimas de lo necesario para unir fuerzas contra el enemigo designado; y sería peor si la ayuda extranjera también fuera a parar a la banda que dirige el país a rescatar, en lugar de a la población civil. Además, las opiniones de Milei de que otros Estados deberían defender a Ucrania, implican la escalada del conflicto local y la ampliación de la agresión original. Pero minimizar la agresión en las guerras significa que ningún Estado debería entrar en ninguna guerra extranjera y, si es posible, que ningún Estado debería iniciar ninguna guerra.
Los libertarios no pueden apoyar que se dé a sus líderes de bandas nacionales aún más poder que el que ya tienen, pero eso es precisamente a lo que equivalen las opiniones de política exterior de Milei. Y a medida que las bandas se vuelven más agresivas y opresivas, para evitar que la propaganda de guerra sea difundida y aceptada por el público, los libertarios deberían contrarrestar esa propaganda con la auténtica verdad: las bandas en guerra no son en absoluto nobles ni buenas, no merecen ningún apoyo, y el peor y mayor daño es siempre infligido sobre la población civil.
Opiniones como la de Milei deberían ser descartadas por completo, porque en todas partes los libertarios aplican la fundamental distinción entre pueblo y Estado. Por otra parte, las opiniones de Milei no sirven para contrarrestar los efectos inmediatos de la guerra, que hacen que todos los negocios sean más riesgosos, deprimen el nivel general de producción, obstaculizan el comercio, y hacen que las inversiones sean prácticamente imposibles. En síntesis, el capitalismo de libre mercado requiere paz.
La banda de Zelenskyy y la banda de Milei
La banda de Milei ha demostrado un claro compromiso de ayudar a la banda de Zelenskyy. En una llamada telefónica con Zelenskyy, apenas después de ganar la presidencia, Milei propuso celebrar una cumbre entre el gobierno ucraniano y los gobiernos latinoamericanos, lo que mostraba la intención de Milei de amplificar su impacto intentando ganar más apoyo para la banda de Zelenskyy. Por su parte, Zelenskyy felicitó a Milei por su victoria y le agradeció su posición desde los primeros días de la guerra:
Le agradezco que no haya intentado hacer un equilibrio entre el bien y el mal, y que inmediatamente haya declarado su decidido apoyo a Ucrania. Los ucranianos lo vieron todo. Y le estamos muy agradecidos por eso.
En febrero de 2024, fue reportado que Argentina había transferido a Ucrania dos helicópteros multipropósito previamente adquiridos a Rusia. En esos tiempos, Milei volvía a expresar su intención de organizar una «cumbre de apoyo de América Latina» a Ucrania, marcando una diferencia con otros jefes de Estado, como los de Brasil y México, que han sido más neutrales sobre la guerra. Luego, en abril de 2024, Milei de hecho consideró enviar ayuda militar a su aliado Zelenskyy, a quien calificó en junio de 2024 como «inspiración en todo el mundo», cuando Zelenskyy le entregó la «Orden de la Libertad».
En mayo de 2024, el vocero presidencial de Argentina, Manuel Adorni, negó un plan para producir armas conjuntamente con Ucrania para sus ejércitos, y expresó la incapacidad de Argentina para hacerlo. Habiendo descartado el apoyo militar, el gobierno argentino planea ayudar en las áreas humanitaria y logística. Aun así, la postura de Argentina no fue bien recibida por la banda de Putin, cuyo embajador en Argentina advirtió que el envío de ayuda militar a Ucrania sería considerado hostil hacia Rusia, y condenó la incorporación de Argentina al Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania en junio de 2024.
También en Junio, Milei participó en una cumbre de paz celebrada en Suiza; allí, además de pronunciar un discurso contra la guerra entre naciones, reafirmó su «máximo apoyo» a Ucrania. Como era de esperar, Milei no le dice al mundo que a la banda estadounidense y a la banda de Zelenskyy no les importan los ucranianos ni la batalla contra el mal; de hecho, la banda estadounidense sólo persigue su propio objetivo de hegemonía global. Es decir, la guerra en Ucrania es más una guerra entre la banda estadounidense y la banda de Putin; el pueblo ucraniano y la banda de Zelenskyy están más bien cumpliendo un papel instrumental. Pero como la banda de Putin es una potencia nuclear, lo sensato es derrotarla llevándola a la ruina económica. Y, de hecho, la guerra y las sanciones económicas contra Rusia tenían como objetivo debilitar a la banda de Putin, pero también fueron perjudiciales para el pueblo ruso. Para la banda estadounidense, el fin justifica los medios.
Mientras tanto, sin que Rusia sea un ejemplo de país libre, las medidas de Zelenskyy de reclutamiento forzoso, censura, persecución y encarcelamiento de opositores, ilegalización de partidos políticos y entidades religiosas, son minimizadas o completamente omitidas por los líderes occidentales de la OTAN y de los Estados Unidos y sus aliados mediáticos, los que consideran a Ucrania como una democracia digna de ser defendida y ayudada con miles de millones de dólares en impuestos extranjeros, para mantener la guerra en marcha todo este tiempo, alejando la posibilidad de paz y de evitar más muerte y destrucción. Pero nada de esto parece importarle a Milei.
El Estado de Israel
La piedra angular del libertarismo es el reconocimiento y la defensa de los derechos de propiedad privada. Ya sea de la tierra o de cualquier otra cosa, tales derechos se asignan justamente a los individuos sobre la base de la apropiación original o de la transferencia voluntaria de propiedad. Por el contrario: todas las reclamaciones de propiedad que no se basan en estos principios son injustas. En cuanto al Estado de Israel, establecido en 1948 por judíos europeos de convicción sionista, es evidente que no se cumplen estos requisitos de justicia. Sólo podría decirse que 7% del actual Israel fue adquirido con justicia por los judíos antes de 1948, y por lo tanto puede ser reclamado como propiedad legítima. Desde entonces hasta ahora, el establecimiento y la expansión continua de Israel son abrumadoramente el resultado de la expropiación, la intimidación, el terrorismo, la guerra y la conquista contra los residentes entonces presentes, en su mayoría árabes, de la región de Palestina y los residentes árabes que quedan ahora en las regiones de la Franja de Gaza y Cisjordania.
Como indica Hans-Hermann Hoppe, la reivindicación de los sionistas actuales de una patria en Palestina, sólo puede ser efectuada adoptando «alguna forma de colectivismo que permita nociones como propiedad y derechos de propiedad grupales o tribales, la responsabilidad colectiva y la culpa colectiva»; y rechazando simultáneamente «la noción de personalidad individual, de propiedad privada, de producto y logro privado, de crimen privado y culpa privada».
Las opiniones de Milei sobre Israel son sionistas: el diputado Milei demostró su compromiso con Israel al menos ya en junio de 2022, con la promesa de trasladar la embajada a Jerusalén si ganaba la presidencia. Lo justificó diciendo que cuando Dios hizo que Moisés rompiera las primeras tablas de la ley, la primera palabra que pronunció fue Jerusalén, y esa fue la capital elegida por el rey David. Basándose en presunciones teológicas, cuán sionista ya era Milei que puede recordarnos todo tipo de racionalizaciones religiosas para las conquistas y la expansión de Israel en Palestina pronunciadas por los líderes israelíes.[1]
Más tarde, cuando el presidente Milei visitó Israel en febrero de 2024, Benjamin Netanyahu lo consideró «un gran amigo del Estado judío», y se mostró encantado con su decisión sobre Jerusalén. Netanyahu dijo que ambos «defienden» el libre mercado, pero omitió mencionar que Israel prohíbe el libre mercado de la tierra, e interfiere en el comercio con y dentro de Cisjordania y la Franja de Gaza. Y si bien el «anticomunista» y «antisocialista» Milei debería estar denunciando al Estado de Israel por emular el manifiesto comunista sobre la prohibición de la propiedad privada de la tierra (toda la tierra es de fidecomiso público), y poner en práctica su propio estilo de socialismo, en realidad ha expresado un apoyo irrestricto a un Estado que durante décadas ha oprimido a los palestinos de casi todas las formas imaginables.
No es sorprendente que para Milei, como expresó en abril de 2024, comprender «el vínculo entre la libertad e Israel es fundamental», porque es un pueblo que ha logrado «la conjunción de lo espiritual y lo material». De este modo, es comprensible que el famoso experto sionista Ben Shapiro lo adore.
El conflicto entre Israel y Hamas
En octubre de 2023, miembros de Hamás, que entonces controlaban (parcialmente) la Franja de Gaza, atacaron, mataron y secuestraron a varios cientos de soldados y civiles israelíes; parte de las víctimas fueron resultado del «fuego amigo» de las fuerzas israelíes. En aquel entonces, cualquier libertario que se precie habría condenado tales atrocidades, pero también habría reconocido que el ataque de Hamás no fue más sin provocación que el ataque ruso. Y en ambos casos, las provocaciones de los líderes políticos ucranianos e israelíes fueron alentadas, respaldadas y apoyadas por la dirigencia neoconservadora predominantemente judía de las bandas neoconservadoras de Estados Unidos. Del mismo modo, tanto Hamás como el Estado de Israel son bandas criminales: una es una banda pequeña y de bajo presupuesto con armas, en su mayoría de baja calidad; y la otra es una banda enorme y de alto presupuesto, fuertemente subsidiada por los contribuyentes estadounidenses, con un gran ejército y las armas más sofisticadas y destructivas.
Cada libertario habría también condenado en términos inequívocos la reacción del Estado de Israel al ataque de Hamás, como una respuesta tremendamente desproporcionada y una atrocidad sin parangón en su magnitud y crueldad en la historia reciente: La banda de Netanyahu, asistida por un aluvión de fondos, armamento y municiones estadounidenses, tomó represalias y convirtió en escombros casi toda la Franja de Gaza, y decenas de miles de civiles inocentes —incluidos miles de niños— fueron asesinados por oleadas de bombardeos, artillería y tanques invasores, bajo el pretexto de luchar contra un grupo terrorista. Y todo esto continúa sucediendo hasta el día de hoy, destruyendo las vidas de cientos de miles de palestinos.
Ante este panorama, los libertarios querrían desear lo peor a los líderes de ambas bandas, y a todos los líderes de bandas de otros Estados que presten apoyo a cualquiera de las bandas en pugna. Y como en la guerra entre Rusia y Ucrania, los libertarios deberían alzar sus voces a favor de la paz y las negociaciones. Se debe presionar a los líderes de las bandas para que lleguen a un acuerdo y eviten cualquier escalada del conflicto armado.
¿Y cuál ha sido la reacción del presidente Milei a todo esto?
En marzo de 2024, Milei defendió todo esto como «el derecho de Israel a la legítima defensa», y dijo que el ataque de Hamas requiere «respuestas ejemplares», afirmando también que Israel «no está cometiendo ningún exceso, a pesar de los excesos cometidos por los terroristas de Hamás». Más tarde, cuando en mayo de 2024 se le preguntó sobre las protestas en las universidades estadounidenses a favor de Palestina (ya que los grandes medios de comunicación no suelen presentar las protestas como antibélicas o antigenocidios), Milei respondió que encuentra «aberrante el comportamiento antisemita» que ocurre en las universidades. Y luego, mostrando su colectivismo guerrero, Milei enfatizó su postura en «el lado correcto de la historia» –del lado de EE.UU., Israel y Occidente— y dijo que utilizarán «todos los recursos» para defenderse de los terroristas.
Asimismo, en abril de 2024, tras la respuesta iraní a la habitual política exterior israelí, Milei manifestó su «inquebrantable solidaridad y compromiso con el Estado de Israel frente a los ataques iniciados por la República Islámica de Irán». El gobierno argentino apoya al Estado de Israel «en la defensa de su soberanía, especialmente contra regímenes que promueven el terror y buscan la destrucción de la civilización occidental». El mensaje decía que la política exterior adoptada se basa «en la defensa de los valores occidentales», y en la defensa de «la vida, la libertad y la propiedad privada». Para la nueva administración, el Estado de Israel es «un baluarte de los valores occidentales en Medio Oriente, y la República Argentina siempre estará de su lado (…)».
El compinche de Estados Unidos
Esta palabrería occidental ya fue vista en Milei en 2020 tras la derrota de Trump. Milei mostró su preocupación por tener un presidente estadounidense «débil» en el poder, en un mundo que es «un polvorín», y dijo: «Casi diría que la caída de Trump sería poner en peligro la civilización occidental». Sin embargo, son los aliados de Milei los que están esparciendo polvorines por el mundo. De hecho, además de los millones de muertos, se ha estimado que hasta 2020 al menos 37 millones de personas se convirtieron en refugiados debido a la guerra liderada por Estados Unidos contra el terrorismo. Las fuerzas estadounidenses han librado guerras o participado en otras operaciones de combate en al menos 24 países desde 2001. Por otro lado, Milei es un trumpista acérrimo, que ve a Trump como un luchador contra el estatismo, y ha estado defendiendo a Trump de las cosas más obvias como su proteccionismo desde al menos 2018. No obstante, el presidente Trump fue sólo otro belicista en jefe del imperialismo, la OTAN y el sionismo. Tiene tanta sangre en sus manos y estatismo en sus venas como la mayoría de los presidentes estadounidenses. Pero ¿cómo puede un «antiestatista» mostrar tanta devoción por Trump? A pesar de esto, Milei ha afirmado que Estados Unidos es un aliado, independientemente de si el presidente es demócrata o republicano.
En un debate presidencial en noviembre de 2023, en lo que se refiere a las relaciones internacionales, el compinche de Estados Unidos Milei exhibió el conocido discurso democrático del imperialismo estadounidense de la siguiente manera:
He señalado sistemáticamente mi alineamiento con los Estados Unidos, con Israel y con el mundo libre … Como estado, no estoy dispuesto a establecer relaciones con quienes no respetan la democracia liberal, no respetan las libertades individuales … y … la paz.
La nueva política exterior de Argentina es una declaración al mundo: además de todas las palabras de Milei durante todos estos años, el gobierno adquirió veinticuatro aviones F-16 para su fuerza aérea, anunció una base naval conjunta con los Estados Unidos, solicitó unirse a la OTAN como socio global, y hospedó ejercicios navales con la flota estadounidense.
Por otra parte, las acciones de Milei son en realidad contrarias al objetivo de destruir el Estado desde adentro. De lo contrario, ¿cómo puede pretender hacerlo, si sus enredos con las élites estatistas y belicistas sólo fortalecen el estatismo en toda la red internacional de poder político y militar? Además, el hecho de que Milei haya promovido la hegemonía del imperialismo estadounidense-sionista y haya continuado la guerra contra las drogas exportada y parcialmente controlada por Estados Unidos demuestra el compinche de Estados Unidos que es en realidad.
La fachada y la verdad
Es cierto que ningún neoconservador en el pasado ha dicho explícitamente —como Milei— que el Estado es una organización criminal y que odia al Estado. Claro, pero ningún neoconservador ha dejado de hacer lo que Murray Rothbard dijo hace tres décadas, que es exactamente lo que hace Milei:
Pero lo que anima a los neoconservadores en primer lugar y sobre todo, es la política exterior. La estrella dominante y constante de esa política exterior es la preservación y el engrandecimiento … del estado de Israel, la “pequeña democracia en Medio Oriente”. En consecuencia, favorecen la ayuda extranjera masiva, especialmente al estado de Israel, y a Estados Unidos como la fuerza dominante en un Nuevo Orden Mundial, que combatirá la “agresión” en todas partes e impondrá la “democracia” en todo el mundo, siendo la clave de esa “democracia” no tanto el voto y las elecciones libres, como la erradicación de las “violaciones de los derechos humanos” en todo el mundo, en particular cualquier expresión, real o imaginaria, de antisemitismo.
Por lo tanto, el hecho de que Milei diga lo que dice sobre el Estado, mientras apoya a bandas criminales especialmente asesinas, no hace más que empeorar la situación. Así, la excusa presentada para defender a Milei, de que ningún neoconservador ha predicado antes ideas antiestatistas como él, es en realidad una razón para etiquetar a Milei como un hipócrita de la peor calaña. Sea como fuere, Milei —y otros— pueden decir que él es lo que dice ser, pero sus acciones son en verdad características de un neoconservador a cargo del gobierno argentino, que santificará a Israel y tratará de ayudar a todos sus amigos belicistas. Y si Milei es un jefe de Estado que pretende destruir al estado desde dentro, ¿por qué deberíamos deberle no sólo el beneficio de la duda, sino también todo el apoyo, siendo él mismo sólo otro líder de una banda criminal? ¿Por qué, en efecto, si elogia a jefes de Estado que no quieren hacer lo mismo?
Thomas Woods cree que la política exterior es la mejor característica libertaria. Y esta es parte de la razón por la que la política exterior de Milei es relevante para el movimiento libertario, porque mientras sea conocido globalmente como una superestrella libertaria, será relevante en la batalla de las ideas. En efecto, el predominio de unas ideas, y no de otras, tiene consecuencias fatales, y como lo peor del estatismo son sus guerras, quienes desdeñan su política exterior están muy equivocados. Para explicarlo mejor: si no le damos importancia a la política exterior de Milei, porque prácticamente no tiene influencia en ese aspecto, y su apoyo al imperialismo estadounidense-sionista es, por así decirlo, irrelevante; entonces, tampoco debemos darle importancia a la contribución de Milei a la difusión de las ideas libertarias, porque su presidencia en Argentina prácticamente no tiene influencia en la lucha contra el estatismo, y sus discursos son, por lo tanto, también irrelevantes. A pesar de esto, la política exterior de Argentina bajo Milei ha demostrado ser relevante. Y si Argentina no hubiera estado en medio de una crisis, podríamos haber esperado una participación más proactiva del gobierno argentino en el mapa de la guerra con neoconservadores como Milei en el poder.
Es correcto llamar a Putin, Kim y Xi malvados delincuentes, gangsters y asesinos. Pero elogiar, como lo hace Milei, a personajes como Trump y Zelenskyy, y ponerse del lado de Netanyahu, en lugar de llamarlos también malvados delincuentes, gangsters y asesinos, es sencillamente alucinante. Decir sólo eso descalifica totalmente a Milei como libertario. Y hasta el día de hoy, Milei ha mostrado una completa e incuestionable sumisión a los intereses imperialistas de los neoconservadores estadounidenses y sus cómplices sionistas en Israel, y una igualmente completa e incuestionable falta de voluntad para comprender a esas fuerzas de todo el mundo que no están dispuestas a doblegarse y obedecer a sus amos occidentales.
Después de todo este tiempo, Milei es incapaz de decir una palabra contra los impulsos genocidas de varios líderes del Estado de Israel y todos los crímenes perpetrados prácticamente cada día por las fuerzas israelíes. Escandalosamente, mientras que considera que el asesinato de los no nacidos es una aberración, los asesinatos en masa de niños completamente formados y nacidos parecen no preocuparle. Las desviaciones de Milei y sus esfuerzos propagandísticos para favorecer al Estado de Israel son sencillamente espantosos, y su asombrosa colección de errores para un supuesto libertario ha hecho imperativo que los verdaderos libertarios tomen nota de la asociación de su nombre con el movimiento libertario. Por lo tanto, para preservar su reputación y la de todo el edificio intelectual libertario, los libertarios deberían distanciarse públicamente de Milei. Y los libertarios pueden estar seguros de que el discurso contra la guerra de Milei, citando a Frédéric Bastiat en la cumbre de la paz, no es más que la fachada habitual de los políticos, porque sus alineaciones y puntos de vista en materia de política exterior no han cambiado ni un ápice.
Por otra parte, las desviaciones de Milei son renuncias a los principios y puntos de vista libertarios entendidos y defendidos en la tradición rothbardiana. Por ejemplo, su apoyo a Israel es la renuncia al principio de no agresión que el propio Milei pronuncia tan a menudo. Y como expresó Lew Rockwell, Rothbard mantuvo una notable coherencia a lo largo de su vida en cuanto a prioridades políticas, y siempre vio al Estado, «especialmente su poder bélico, como el mayor enemigo de la libertad (y por lo tanto de la civilización)». De hecho, Milei admira a criminales de guerra como Ronald Reagan y Winston Churchill, y su presidencia se asemeja a la desregulación interna y la creciente agresividad externa de la de Reagan. Hay una razón por la que los neoconservadores celebran a estas figuras históricas: capitalizan su retórica anticomunista o antisocialista para apoyar la hegemonía estadounidense. Milei no sólo toca la misma melodía, sino que además no promueve un revisionismo histórico crucial para la causa libertaria.
El movimiento libertario no necesita sinvergüenzas, sino verdaderos libertarios. En consecuencia, seguir llamando libertario a Milei es un error, ya que significa hacer pasar a un neoconservador por libertario. Ha llegado el momento de que los libertarios no sólo dejen de ayudar a la reputación libertaria de Milei, sino que la destruyan.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko.
Artículo original aquí.
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Notas
[1] [Nota del traductor] De hecho, y según lo refleja con precisión Éxodo 32:19, Dios NO ordenó a Moisés que rompiese las tablas de la ley; y en el pentateuco hebreo, el nombre “Jerusalén” aparece por primera vez en el cuarto libro posterior al de Éxodo: Josué 10:1; y no por mención de Dios.