La semana pasada el mundo escapó por poco de su posible destrucción nuclear, mientras la administración Biden estudiaba la solicitud de Ucrania de permitir que los misiles estadounidenses impactaran profundamente en territorio ruso. El presidente ruso Vladimir Putin advirtió, mientras se estudiaba la solicitud, que debido a que estos misiles no pueden ser lanzados sin la participación activa del ejército estadounidense y de la OTAN, Rusia se consideraría en estado de guerra tanto con la OTAN como con los EE.UU. si fuesen lanzados. Fue una crisis de los misiles cubanos a gran escala.
Afortunadamente se informó que Washington no concedió su autorización para atacar el territorio de Rusia en profundidad, pero como hemos visto a lo largo de esta guerra, a menudo se niega primero un sistema de armas, y luego se concede finalmente a los representantes de Washington en Kiev. No deberíamos estar tranquilos incluso si se ha evitado temporalmente una guerra nuclear.
Los ataques con misiles en lo profundo de Rusia, ¿ganarían la guerra para Ucrania? Ni siquiera el Pentágono lo cree. El propio Secretario de Defensa de EE.UU., Lloyd Austin, dijo a principios de este mes que otorgarle a Ucrania permiso para lanzar misiles a Rusia no sería un “cambio de juego” en la guerra de dos años y medio. ¿Arriesgarse a la destrucción nuclear sin un propósito tangible? ¿Se han vuelto locos estos individuos?
Incluso los “cambiadores de juego” han cambiado poco en esta guerra. ¿Cuántas veces los medios de comunicación dominantes pro-guerra nos han dicho que un sistema de armas sería un “cambiador de juego” para Ucrania? ¿Recuerdan los misiles Javelin? ¿Los tanques Leopard? ¿Los HIMARS? Y como ninguno de ellos logra cambiar el rumbo a favor de Ucrania, los neoconservadores y sus amigos en los medios de comunicación sólo exigen más.
El hecho es que Rusia está ganando la guerra a pesar de los cientos de miles de millones de dólares y de los mejores sistemas de armas de los EE.UU. y de los países de la OTAN. Cada nuevo envío de armas, cada vez más sofisticadas, no produce victorias en el campo de batalla para Ucrania. Sólo produce más soldados ucranianos muertos, y más ganancias para los fabricantes de armas.
Incluso los medios de comunicación dominantes –que han apoyado sólidamente la guerra en Ucrania– han comenzado a informar sobre las enormes pérdidas y la situación desesperada de Ucrania. Sin embargo, a medida que cada vez más personas comienzan a despertar sobre la desastrosa guerra proxy (por poder), Washington sólo sabe una dirección cuando se trata de la guerra: hacia adelante. Hace poco más de una semana, el Pentágono anunció otro paquete de armas de U$S 250 millones para Ucrania. Nadie cree que ésto vaya a revertir los avances constantes de Rusia en el campo de batalla, pero sí generará más ganancias para los fabricantes de armas estadounidenses, que son la verdadera fuerza detrás de nuestra política exterior hiperintervencionista.
El dúo Robert F. Kennedy, Jr. – Donald Trump, Jr. lo expresó mejor en un editorial reciente en The Hill: “No podemos acercarnos más al borde del abismo que ésto. ¿Y para qué? ¿Para ‘debilitar a Rusia’? ¿Para controlar los minerales de Ucrania? No está en juego ningún interés vital estadounidense. Arriesgarse a un conflicto nuclear en aras de la fantasía neoconservadora de un ‘dominio de espectro completo’ global, es una locura”.
Tienen razón: es una locura arriesgar el futuro de nuestro país y de nuestros hijos y nietos por guerras que no tienen nada que ver con nosotros, y que no sirven a ningún interés nacional de los EE.UU. Ésto es particularmente cierto para la guerra de Ucrania, y también es cierto para las guerras que EE.UU. está apoyando en Oriente Medio. ¿Cuándo terminará la locura? Cuando la gente se manifieste y exija un cambio.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko