Thursday, November 21, 2024
InícioespañolUna disección hoppeana de Javier Milei

Una disección hoppeana de Javier Milei

Introducción

En su libro Monarquía, democracia y orden natural, Hans-Hermann Hoppe habla del movimiento neoconservador que surgió en Estados Unidos a fines de los años 1960 y principios de los 1970, cuando la izquierda se involucró cada vez más con el Poder Negro, la acción afirmativa, el proarabismo y la contracultura de aquellos tiempos. En oposición a todo esto,

muchos intelectuales de la izquierda tradicional, constituida normalmente por ex-trotskystas, y «Liberales» de la guerra fría, liderados por Irving Kristol y Norman Podhoretz, rompieron con sus antiguos aliados y se pasaron al Partido Republicano, abandonando el refugio proverbial de la izquierda política, el Partido Demócrata. Desde entonces, los neoconservadores (…) han ejercido una indiscutible influencia en la política norteamericana, promoviendo un Estado de bienestar «moderado» («capitalismo democrático»), el «conservadurismo cultural» y los «valores familiares», y una política exterior intervencionista («activista») y sionista (proisraelí).

El actual presidente de Argentina, Javier Milei, es un fenómeno mundial conocido como un héroe libertario. Incluso como presidente ha dicho que el Estado es una organización criminal y que los impuestos son robo. Como un libertario defiende sus ideales como justos y dignos para todos los pueblos del mundo, uno pensaría que un hombre así se enfrentaría radicalmente al statu quo estatista no sólo a nivel nacional, sino también a nivel internacional. Ciertamente, Milei puede ser mejor que la mayoría de los presidentes a los que estamos acostumbrados, pero no es tan bueno ni tan libertario como mucha gente cree.

Milei, la derecha y el aborto

Aunque los llamados neoconservadores no están realmente preocupados por las cuestiones culturales, reconocen la necesidad de jugar la carta del conservadurismo cultural para ganar el poder. La mayor parte del apoyo a Milei en Argentina proviene de los antiizquierdistas (que generalmente incluyen a los libertarios) y de los conservadores provida. Milei no es exactamente el tipo de conservador cultural que uno podría esperar, dados sus feroces seguidores fuera de la esfera libertaria. Este hombre soltero y sin hijos, que considera «aberrante» la institución social del matrimonio, ha ganado apoyo debido a su notable retórica antiizquierdista, antisocialista y antiestatista, y su postura sobre el aborto, en un país infestado de estatismo e izquierdismo cultural financiado con impuestos. Aparte de esto, la ayuda de intelectuales famosos de la derecha argentina, como Agustín Laje, ha favorecido a Milei con un apoyo importante para asegurar aún más su lugar dominante en la derecha. Sin embargo, el problema con la derecha en general —que frecuentemente sostiene muchas ideas libertarias y de libre mercado, ya sea en Argentina o en el extranjero— es el hecho de que su principal deseo es el reemplazo de cualquier élite progresista de izquierda a cargo del Estado, por otra elite que represente mejor los intereses de la derecha. Esto se ve a menudo claramente con las guerras culturales. Podríamos preguntarnos en qué momento todas estas personas finalmente se darán cuenta de que estas odiosas guerras culturales no tendrán fin si no se acaba con el Estado. En cualquier caso, siempre seguirán siendo un gran problema, a menos que logremos sacar al Estado del panorama tanto como sea posible; por ejemplo, sacándolo completamente de la educación.

Desafortunadamente, muchos de los derechistas actuales no están realmente interesados ​​en protegerse del poder del Estado, sino más bien en poner un máximo de poder en manos de sus líderes; para ellos, se trata más de controlar el poder que de reducirlo. Según Robert Nisbet, desde Auguste Comte había una convicción conservadora de que la forma más segura de debilitar a la familia es que el gobierno asumiera las funciones históricas de la familia. No obstante, la continuación y expansión de los programas de bienestar social de Milei asumen precisamente funciones familiares y no son nada favorables al conservadurismo cultural; mucho menos al libertarismo. Además de esto, respecto al aborto, desde el punto de vista de un conservador tradicional, Nisbet dijo que «es una impertinencia usar la familia —tal como hacen regularmente los cruzados evangelistas— como justificación de sus incansables cruzadas para suprimir categóricamente el aborto». La cruzada provida de Milei—vía referendo—implica centralización política antes que descentralización. Y aunque el aumento del aborto en nuestros tiempos debería verse como una mayor degeneración moral, de ello no se sigue que debamos darle al Estado y a la centralización política el poder de intervenir en este asunto privado. Como diría Hoppe sobre esto:

En vez de reconocer que nadie, salvo el cabeza de familia, puede ocuparse de los asuntos familiares (incluido el aborto), los agentes del monopolio jurisdiccional establecido por el gobierno se afanarán por ampliar sus funciones judiciales y de arbitraje sobre todos los asuntos familiares, erigiéndose en última instancia.

Milei y su presidencia hasta el momento

A nivel nacional, la presidencia de Milei ha sido una mezcla de buenas y malas acciones. Veamos ambas.

Lo bueno: Recortó el gasto en algunos subsidios, cerró algunas agencias gubernamentales y dejó de financiar en gran medida la obra pública. Desreguló la economía hasta cierto punto y planea desregularla mucho más, incluyendo privatizaciones de la llamada propiedad pública y más. La eliminación de diversos controles de precios ha tenido algunos resultados positivos en algunos mercados, pero los beneficios generales de tales medidas (así como el recorte de algunos subsidios) todavía son limitados en una economía altamente cartelizada y llena de regulaciones impuestas por el Estado. Redujo algunos aranceles y bajó los impuestos a los concesionarios de automóviles. Además, sigue dando discursos sobre ideas libertarias y ciencia económica sólida en general, y se ha opuesto a la izquierda cultural en términos mayoritariamente buenos y correctos.

Lo malo: En lugar de repudiar la deuda estatal, acudió al FMI y decidió dejar que los sufridos argentinos pagaran por los inversores y fondos de inversión extranjeros que habían sido lo suficientemente estúpidos como para comprar obligaciones de deuda emitidas por administraciones anteriores del gobierno argentino. En lugar de recortar los impuestos en todos los aspectos como prometió, y permitir que la economía se recupere por sí sola, ha aumentado varios impuestos (como los de los combustibles y las compras en moneda extranjera), e incluso planea restaurar una categoría de impuesto a la renta. En lugar de abolir el banco central y permitir la libre elección del dinero como prometió, intenta mantener vivo el peso —que de otro modo sería rápidamente superado y reemplazado por el dólar estadounidense (y posiblemente, más adelante, por monedas más sólidas)— mediante bonos especiales a corto plazo, manipulación de las tasas de interés, leyes de curso legal y tipos de cambio fijados artificialmente. En lugar de recortar drásticamente los programas de bienestar, ha ampliado el Estado de bienestar, incluidos los pesos multiplicados (en términos reales) para programas especialmente perniciosos para el tejido social de una buena sociedad, como transferencias a mujeres embarazadas y familias por cada hijo dependiente. En lugar de poner fin a la guerra contra las drogas, ha intensificado esta abominación e incluso se ha burlado de los críticos al respecto. En lugar de equilibrar el presupuesto gastando menos solamente, lo equilibra con más impuestos en lugar de con más recortes del gasto, favoreciendo las cuentas del Estado sobre las de la población productiva de Argentina. Y en lugar de promover y permitir la secesión y la descentralización política radical, ha estado intentando fortalecer el poder del gobierno central.

La política exterior de Milei, la guerra y la perspectiva libertaria

Por otro lado, como si su presidencia no estuviera ya significativamente marcada por errores para un supuesto libertario, a nivel internacional, es decir, en política exterior, Milei es todo menos un libertario. Apoya con vehemencia la narrativa imperialista de Washington (pro-OTAN, pro-Ucrania y pro-Israel), es decir, no es un antiglobalista consistente, ni un no intervencionista en lo más mínimo. De hecho, su política exterior, tal como la anunció previamente y la llevó a cabo desde que asumió la presidencia, es más característica de un neoconservador que de un libertario.

Empecemos por la guerra entre Rusia y Ucrania: en febrero de 2022, el diputado Milei fue muy claro. Tras denunciar en televisión la «vocación totalitaria de Putin», se pronunció a favor del «mundo libre» y en contra de quienes están en contra de la libertad. Criticó al gobierno argentino por no aprovechar la oportunidad para condenar la invasión rusa a Ucrania, y por su «falta de comprensión de cómo funciona el mundo», y continuó diciendo: «No hago tratos con asesinos, dije que no a China, no a Corea del Norte, no a Rusia, no a cualquiera que no respete el mundo libre». Ahora bien, desde un punto de vista libertario, es ciertamente legítimo llamar a Putin, Kim y Xi malvados delincuentes, gangsters, asesinos, etc., pero luego continuar, como hace Milei, aclamando a personas como Trump, Zelenskyy y Netanyahu como campeones de la libertad o del capitalismo de libre mercado, en lugar de simplemente otro grupo de delincuentes, gangsters y asesinos malvados, es simplemente alucinante. Decir eso lo descalifica totalmente como libertario, y lo revela como un neoconservador más. De hecho, al considerar seriamente prestar apoyo militar al régimen de Zelenskyy, como hizo Milei en abril de 2024, está a punto de unirse él mismo a las filas de esas criaturas malvadas.

Milei luego continuó su discurso de ese día en TV con «una cuestión moral» sobre la guerra: «Cuando lo que está pasando está mal, no puedes adoptar una posición neutral, porque eres cómplice; o sea, si ves (…) que Tato le estuviera pegando a Florencia, vos tenés que salir a defender a Florencia, porque sabes que eso está mal». Es cierto, pero sólo si ayudas a Florencia con tus propios medios personales, y si estás seguro de que Tato no estaba simplemente reaccionando a una agresión previa de Florencia contra él.

También en febrero de 2022, hablando del conflicto Rusia-Ucrania, Milei publicó un mensaje en su cuenta de Twitter (ahora X), refiriéndose al «Concierto de Naciones democráticas del Mundo», amenazado por el avance militar del «autoritarismo colectivista», y continuó:

Aquellos que defendemos sin titubeos un modelo de Sociedad Abierta y Libre debemos unir fuerzas en favor de una estrategia efectiva para enfrentar a los enemigos de la Libertad (…) No hay margen para que los Líderes del Mundo Libre se detengan en debates estériles y paralizantes (…).

Sin embargo, la perspectiva libertaria sobre cualquier conflicto de esta naturaleza es bastante diferente: El típico rechazo del punto de vista libertario no intervencionista por parte de muchas personas de la derecha —y quizás por parte de Milei— puede atribuirse a una falta de comprensión o adopción del libertarismo. ¿Cómo es eso? En resumen, por el simple hecho de ignorar la naturaleza misma del Estado, la de una banda criminal, un negocio de protección que cobra impuestos o estafa a personas productivas para su propio beneficio, y el de sus miembros, amigos y partidarios. Esta idea fundamental aclara cualquier confusión no sólo respecto al mismo Estado, sino también en particular respecto a las guerras entre Estados, revelándolas como guerras entre bandas rivales.

Estas guerras suelen involucrar cuestiones territoriales, y siempre son dirigidas por líderes de bandas a expensas de otras personas (dinero, recursos y fuerza de trabajo). Ya sean ofensivas o defensivas, los costos de la guerra son socializados y los posibles beneficios son privatizados, lo que hace que las guerras sean más probables, prolongadas y agresivas. En el caso de las preocupaciones de Milei sobre Putin, la banda de Zelenskyy había provocado continuamente a la banda de Putin, y sus provocaciones fueron alentadas y apoyadas por la banda estadounidense (ayudada por sus vasallos de la OTAN en Europa), que ve a la banda de Putin como el enemigo y uno de los dos únicos obstáculos que quedan en el camino hacia la hegemonía global y la dominación mundial.

Basándose sólo en sus propios poderes y recursos relativos, la banda de Putin habría derrotado a la banda de Zelenskyy hace mucho tiempo. Pero la guerra sigue prolongándose, desperdiciando miles de vidas y provocando destrucción y millones de refugiados, debido a la ayuda financiera, logística y militar brindada a la banda de Zelenskyy por la banda estadounidense y sus bandas subordinadas en Europa. En términos generales, los segundos son los que financian, y la primera es la que lucha en una guerra conjunta contra la banda de Putin.

Frente a las guerras entre Estados, los libertarios deben permanecer neutrales. Fuera de la zona de guerra, la neutralidad significa no brindar apoyo material a ninguna de las bandas en guerra. Los libertarios no deben ayudar a ninguna banda, y deben oponerse estrictamente a que su propia banda gobernante nacional use impuestos y bienes públicos para apuntalar a otras bandas o ayudar a acomodar a los refugiados de las guerras. De hecho, cuanto más se convierta esta oposición en una barrera para las bandas gobernantes en guerra, más positiva será como contribución al objetivo final de la paz. Sin embargo, favorecer lo contrario reduce los costos de la guerra a favor de las bandas en guerra. De esa manera, la banda de Zelenskyy ha externalizado la mayoría de los costos de la guerra, y en consecuencia la guerra se ha prolongado; promoviendo por lo tanto más sufrimiento, muerte y destrucción.

Por supuesto, los libertarios pueden participar en esfuerzos privados, humanitarios y caritativos en apoyo de los refugiados de guerra. Por su cuenta y riesgo, y con sus propios medios, a los libertarios se les permite ayudar a las personas a escapar o enfrentar la guerra para evadir o minimizar la agresión frente a la confiscación, la depredación y la destrucción en la guerra en curso, independientemente de la naturaleza «defensiva» u «ofensiva» de ambos lados. Aunque es una cosa más difícil de hacer, dado que su vida y su propiedad están realmente amenazadas por ambas bandas en guerra, incluso los libertarios que residen dentro de la zona de guerra deben permanecer, o tratar de permanecer, neutrales, en la medida y el tiempo que las circunstancias lo permitan. Pueden ser reclutados o asesinados, sus propiedades pueden ser confiscadas o destruidas, sus cuentas bancarias pueden ser congeladas o utilizadas; prácticamente todo puede suceder en nombre de la guerra. Pero la protección de la propia vida, propiedad y bienestar, y la de la familia y amigos, es algo diferente del interés de los líderes de las bandas en la protección o liberación de su territorio nacional. Ambos intereses pueden ser contrarios y estar destinados a chocar. De hecho, como diría Hoppe, la seguridad colectiva de la defensa nacional es en realidad incompatible con la seguridad privada y la defensa privada, y en realidad contraria a ellas.

Frente al problema de la seguridad colectiva, los libertarios deberían tratar de mantenerse equidistantes de ambas partes (para evitar provocar a cualquiera de ellas). Deberían escuchar y estar siempre abiertos al diálogo con ambas partes. Y, en la medida de lo posible, deberían promover la descentralización de la toma de decisiones para delimitar la guerra y reducir sus costos. Los libertarios deberían abogar por que todas las decisiones relativas a la guerra sean un asunto cada vez más local y, en última instancia, privado. Si nada de esto sucede, si no hay descentralización en la estructura de mando y, en consecuencia, no hay iniciativas de paz regionales o locales, entonces no se puede promover activamente una delimitación progresiva y fragmentada de la guerra real.

Sin embargo, Milei se desvía de un individualismo metodológico hacia un holismo metodológico o colectivismo. No existe Ucrania ni Rusia, sino bandas, mafias de protección, que gobiernan estos países y personas que residen en territorios controlados por estas bandas. Por lo tanto, pedir a las bandas que los dirigen que envíen dinero o material a la zona de guerra no es libertario, porque estas bandas no son los propietarios legítimos de lo que envían; y sería aún peor si esa ayuda fuera directamente a la banda que gobierna el país, en lugar de a la gente que lo habita.

Una banda que gobierna y controla un territorio es algo completamente diferente de la gente que reside en el territorio. Los libertarios no pueden apoyar que se dé a los líderes nacionales de bandas aún más poder que el que ya tienen. Pero esto es precisamente a lo que contribuye Milei, al expresar sus puntos de vista y difundir propaganda de guerra. En consecuencia, las bandas se vuelven más agresivas y opresivas. Entonces, para evitar que la propaganda de guerra se difunda más, sea aceptada y promovida por el público, los libertarios deberían contrarrestarla con la verdad. Los libertarios deberían hacer saber al mundo que las bandas en guerra no son buenas ni nobles, y que no merecen ningún apoyo. Además, los libertarios deberían hacer lo mismo con el hecho de que el mayor daño siempre se hace a la población civil sujeta al gobierno de las bandas en guerra.

Pero Milei nunca le dirá al mundo que a la banda estadounidense no le importan los ucranianos ni la batalla contra el mal, sino que más bien persigue su propio objetivo de hegemonía global y la supremacía del dólar estadounidense como moneda de reserva global. La guerra en Ucrania, entonces, es más una guerra entre la banda estadounidense y la banda de Putin. Es decir, el pueblo y su banda gobernante en Ucrania sólo están desempeñando un papel instrumental. Pero como la banda de Putin es también una potencia nuclear, lo más sensato es derrotarla llevándola a la ruina económica. La guerra y las diversas sanciones económicas dirigidas contra Rusia tenían como objetivo debilitar a la banda de Putin, pero también perjudicaban a la población civil. Y si esta guerra, o cualquier guerra, requiere asesinatos y destrucción en masa, que así sea. Para la banda estadounidense, el fin justifica los medios.

Para los libertarios, las opiniones simplistas y colectivistas como las de Milei deberían ser descartadas por completo, porque aplican la distinción fundamental entre el pueblo y el Estado en todas partes. Además de esto, las posiciones de Milei no sirven en absoluto para contrarrestar los efectos inmediatos de la guerra, que hacen que todos los negocios sean más riesgosos, disminuyen el nivel general de producción, obstaculizan el comercio, y hacen que las inversiones sean prácticamente imposibles. Es decir, los mercados libres requieren paz. Por lo tanto, el deseo imperativo de los libertarios es que se ponga fin a cualquier guerra y, si es posible, que no se inicie ninguna guerra. Un llamado generalizado a la paz debería ser siempre la actitud general de los libertarios.

Como la opinión pública puede tener efectos profundos, los libertarios deberían alinearse con las voces que piden conversaciones de paz inmediatas y abogan por la secesión regional como una forma de lograr la paz. Sólo los colectivistas se oponen a la secesión. Puede haber regiones a cuyos habitantes no les importe si están gobernados por una u otra banda, personas que incluso preferirían la banda extranjera y estarían dispuestas a rendirse pacíficamente. ¿Por qué no? Lo que habitualmente se conoce como traición es sólo un delito para los apologistas del poder del Estado. De hecho, dado el estatus actual de la mayoría de los gobiernos en todo el mundo, a los libertarios les resultaría difícil imaginar cómo podrían empeorar las cosas. Algunas invasiones pueden incluso traer mejoras para algunas personas. Frente a una fuerza superior y preocupados por la protección de todo lo que les es querido, bien puede ser más prudente para los libertarios rendirse pacíficamente ante un invasor en lugar de luchar en una guerra colectiva contra una banda extranjera. De esa manera, se podrán salvar y proteger vidas y bienes que de otro modo podrían haber sido destruidos.

Sea como fuere, en cuanto a la nueva política exterior argentina, en menos de seis meses, la Argentina de Milei adquirió veinticuatro aviones F-16 para su fuerza aérea, anunció una base naval conjunta con Estados Unidos, solicitó ingresar a la OTAN como socio global y organizó ejercicios navales con la flota estadounidense.

El sionismo de Milei y la perspectiva libertaria

La piedra angular del libertarismo es la idea, el reconocimiento y la defensa de los derechos de propiedad privada. Ya sea sobre la tierra o cualquier otra cosa, tales derechos (exclusivos) son justamente asignados a ciertas personas basándose en la apropiación original o la transferencia voluntaria de propiedad. Por el contrario: todas las reclamaciones de propiedad que no se basen en estos principios, son injustas. En cuanto al Estado de Israel, establecido en 1948 por judíos en su mayoría europeos de persuasión sionista, es evidente que no se cumplen estos requisitos de justicia. Sólo alrededor de 7% del Israel actual podría decirse que fue adquirido justamente por judíos antes de 1948 y, por tanto, ser reclamado como propiedad legítima. Desde entonces hasta ahora, el establecimiento y la continua expansión de Israel son abrumadoramente el resultado de la expropiación, la intimidación, el terrorismo, la guerra y la conquista contra los entonces residentes presentes, en su mayoría árabes, de la región de Palestina y los actuales residentes árabes de las regiones de la Franja de Gaza y Cisjordania. Y como ha dicho Hoppe:

La pretensión de los judíos actuales de tener una patria en Palestina, por tanto, tan solo puede hacerse si abandonas el individualismo metodológico subyacente y característico de todo el pensamiento libertario: la noción de persona individual, propiedad privada, producto y logro privados, crimen privado y culpa privada. En su lugar, debes adoptar alguna forma de colectivismo que permita nociones como la propiedad o los derechos de propiedad grupales o tribales, la responsabilidad colectiva y la culpa colectiva.

Las opiniones de Milei sobre Israel y el conflicto en curso son, entonces, sionistas: Demostró su compromiso con Israel cuando menos tan temprano como en junio de 2022, cuando prometió trasladar la embajada a Jerusalén si ganaba. Durante su visita a Israel como presidente, Netanyahu consideró a Milei «un gran amigo del Estado judío», y se mostró encantado con su decisión sobre Jerusalén. Netanyahu dijo que ambos «defienden» los mercados libres, pero debe haber olvidado que Israel no permite la propiedad privada de la tierra (toda la tierra es de dominio público), y que el gobierno israelí interfiere en todo el comercio con y dentro de Cisjordania y la Franja de Gaza (a menudo denominada como el mayor campo de concentración al aire libre del mundo). Aunque el «anticomunista» Milei debería denunciar al Estado de Israel por emular el manifiesto comunista sobre la prohibición de la propiedad privada de la tierra, y criticar la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania, que ha transformado la región en prisiones al aire libre no contiguas controladas también por Israel, en realidad ha expresado apoyo irrestricto a un Estado que ha oprimido a los palestinos de casi todas las formas concebibles durante décadas.

En octubre de 2023, cuando miembros miembros de Hamás, que entonces dirigía (parcialmente) la Franja de Gaza, atacaron, mataron y secuestraron a varios cientos de soldados y civiles israelíes —aunque una parte de las víctimas fueron el resultado del «fuego amigo» de las Fuerzas de Defensa de Israel— entonces, cualquier libertario que se precie, ciertamente habría condenado de inmediato tales atrocidades, pero también habría reconocido y admitido de inmediato que el ataque de Hamas no fue menos provocado que el ataque ruso a Ucrania. Ambos fueron definitivamente provocados por la conducta de los líderes políticos israelíes y rusos, respectivamente. Y en ambos casos, sus provocaciones fueron alentadas, respaldadas y apoyadas por los líderes de las bandas neoconservadoras predominantemente judías en Estados Unidos. Aún más importante, todo libertario comprometido con el principio de no agresión, como una de las piedras angulares del libertarismo, también habría condenado en términos muy claros la reacción de Israel al ataque de Hamas, entonces, como una respuesta tremendamente desproporcionada y una atrocidad sin igual en su magnitud y crueldad en la historia reciente.

Para los libertarios, tanto Hamás como el Estado de Israel son bandas criminales. La primera es una banda pequeña y de bajo presupuesto, con armas en su mayoría de baja calidad; el segundo es una banda grande y de alto presupuesto, fuertemente subsidiada por Estados Unidos, con un gran ejército y las armas más sofisticadas y destructivas disponibles (incluidas armas nucleares). Hamas es un grupo formado como reacción a las décadas de toma y ocupación sionista de Palestina. Ante este panorama, los libertarios querrían desear lo peor a los líderes de ambas bandas y a todos los líderes de bandas de Estados extranjeros que prestan apoyo a cualquiera de las bandas en guerra. Además, como en la guerra entre Rusia y Ucrania, los libertarios deberían alzar la voz a favor de la paz y las negociaciones. Los líderes de las bandas deberían ser acusados ​​por sus crímenes, y presionados a través de la opinión pública para que acepten una tregua inmediata, y debería evitarse cualquier escalada del conflicto armado.

Sin embargo, como se indicó, esto no fue lo que sucedió. Israel, ayudado por Estados Unidos y una avalancha continua de fondos, armas y municiones estadounidenses, tomó represalias con todo lo que consiguió. Casi toda la Franja de Gaza quedó reducida a escombros, y decenas de miles de civiles palestinos inocentes murieron mediante bombardeos, artillería y tanques invasores, con el pretexto de defender a Israel de un grupo terrorista, incluidos miles de niños que son no combatientes por definición. Y todo esto continúa hasta el día de hoy, destruyendo las vidas de cientos de miles de civiles.

¿Y qué hay de la reacción de Milei ante todo esto? En marzo de 2024 Milei defendió todo esto como «el derecho de Israel a la legítima defensa», y dijo que el ataque de Hamas requiere «respuestas ejemplificadoras», afirmando también que Israel «no está cometiendo ni un solo exceso, pese a los excesos cometidos por los terroristas de Hamás». En abril de 2024, tras la respuesta iraní a la política exterior israelí, Milei volvió a expresar su «solidaridad y compromiso inclaudicable con el Estado de Israel, frente a los ataques iniciados por la República Islámica de Irán». El gobierno argentino apoya al Estado de Israel «en la defensa de su soberanía, en especial contra regímenes que promocionan el terror y buscan la destrucción de la civilización occidental». Argentina ha adoptado una nueva política exterior basada «en la defensa de los valores de Occidente y una visión común del mundo en defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada». Para la nueva administración, el Estado de Israel «es un baluarte de los valores occidentales en Medio Oriente y la República Argentina siempre estará de su lado frente a quienes pretenden su exterminio». Más tarde, cuando en mayo de 2024 se le preguntó sobre las protestas en las universidades estadounidenses a favor de Palestina (ya que los principales medios de comunicación no suelen presentar las protestas como antibelicistas o antigenocidas), Milei redobló la apuesta diciendo que está en «el lado correcto de la historia» (de Estados Unidos, Israel y Occidente), y que ellos utilizarán «todos los recursos» para defenderse de los terroristas.

Incluso después de todo este tiempo, Milei ha demostrado ser incapaz de reconocer los impulsos genocidas de varios líderes del Estado de Israel. Es escandaloso que, si bien considera el asesinato de los no nacidos como una aberración, los asesinatos en masa de niños plenamente formados no parecen preocuparle; no es sorprendente que el famoso experto sionista neoconservador Ben Shapiro lo adore.

Milei y la narrativa libertaria

Siguiendo a Hoppe, la historia sólo puede ser contada correctamente si se escribe esencialmente como «la historia de las victorias y derrotas de los gobernantes en su intento por maximizar el ingreso apropiado de manera explotadora, y de los gobernados en sus intentos por resistir y revertir esta tendencia». Para explicarlo con más detalle, «la historia debe ser contada en términos de libertad y explotación, parasitismo y empobrecimiento económico, propiedad privada y su destrucción». Sin embargo, Milei incluso admira a criminales de guerra y gobernantes explotadores como Ronald Reagan, y su política exterior y desregulación en Argentina se parecen a un ejemplo de desregulación interna y mayor agresividad externa como el proporcionado por el propio Reagan. En cuya época, el movimiento neoconservador se fusionó y amalgamó con el movimiento conservador convencional. La pasión de Reagan por las cruzadas, morales y militares, no era precisamente conservadora estadounidense, pero era el resultado de un objetivo largamente deseado de justificar los impulsos belicistas del imperialismo estadounidense para servir —por supuesto— a intereses especiales. Desde entonces, las principales figuras del movimiento conservador suelen ser tan neoconservadoras como cualquiera.

En cualquier caso, los neoconservadores celebran a Reagan, ya que aprovechan su retórica anticomunista y antisocialista para apoyar la hegemonía del imperialismo estadounidense. Milei está tocando la misma canción, en lugar de promover la narrativa libertaria del revisionismo histórico que implica reconocer las palabras del gran maestro de Hoppe, Murray N. Rothbard, sobre el papel de determinados Estados en la escena internacional: el hecho de que «la mayor culpa por la guerra y el imperialismo en el siglo XX recae sobre Estados Unidos y Gran Bretaña», y que el mayor engaño de estos dos Estados es su política exterior supuestamente defensiva y pacifista. Sin embargo, los neoconservadores protegen las narrativas históricas erróneas como verdades establecidas sobre la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, sobre FDR y Churchill (a quien Milei admira «profundamente»), etc. Y los libertarios ya tienen las herramientas para detectar las narrativas que sean falsas o estén mezcladas con fuertes dosis de ficción.

Milei y la lucha adecuada contra la izquierda y el estatismo

¿Deberían los libertarios aliarse con los neoconservadores para oponerse a la izquierda? En primer lugar, a diferencia de la vieja derecha decididamente no intervencionista, los neoconservadores —principalmente sus líderes, pero también sus seguidores públicos— son gente estatista, nacionalista, pro guerra, pro militarista e imperialista. Basándose únicamente en esto, cualquier alianza general con ellos es simplemente imposible y contraria a los objetivos y principios libertarios. Por lo tanto, los libertarios deberían aliarse con otros no libertarios sólo en lo que respecta a objetivos específicos hacia la libertad. Aunque no necesariamente contraproducentes a corto plazo, las alianzas generales con simpatizantes aparentemente de mentalidad libertaria suelen resultar más beneficiosas para los estatistas de dichas alianzas que para los propios libertarios. Por lo tanto, las prioridades libertarias generalmente deberían recaer en soluciones y propuestas locales y descentralistas, más que nacionales y centralistas.

En lugar de ver la democracia liberal digna de ser apreciada como lo hace Milei, los libertarios deberían ver la democracia sólo como un medio para propósitos defensivos y libertarios; deberían promover candidatos e ideas antidemocráticos y ayudar a generar electores antidemocráticos para impulsar e implementar políticas hacia el reconocimiento y protección de los derechos de propiedad privada. Junto con esto, los libertarios deberían buscar la secesión y la descentralización política radical, no sólo para reducir la centralización y oponerse al fortalecimiento del poder del Estado, sino también para hacer que la rendición de cuentas de la política sea lo más viable posible para restringir la agresión institucionalizada y el despilfarro económico.

Conclusiones

Hasta el día de hoy, Milei ha mostrado una sumisión total e incuestionable a los intereses y ambiciones imperialistas de los neoconservadores estadounidenses y sus amigos sionistas en Israel, y una falta de voluntad igualmente completa e incuestionable para comprender a esas fuerzas en todo el mundo que no están dispuestas a inclinarse y obedecer a sus amos occidentales.

Las palabras y acciones de Milei han hecho imperativo que los verdaderos libertarios tomen nota de la asociación de su nombre con el libertarismo y el movimiento libertario. Mientras se desvía y cae en múltiples y graves errores, incluidos los esfuerzos propagandísticos más absurdos para bandas gobernantes especialmente asesinas como la de Israel, los libertarios deberían distanciarse públicamente de él para preservar su reputación y la de todo el edificio intelectual libertario.

Las desviaciones de Milei son, de hecho, renuncias a los principios fundamentales de la única doctrina libertaria consistente sistematizada en la tradición rothbardiana. Por ejemplo, su apoyo irrestricto a Israel es esencialmente el rechazo y la renuncia a las piedras angulares del sistema rothbardiano, como el principio de no agresión que el propio Milei pronuncia tan a menudo. Por lo tanto, creer que Hoppe (o su gran maestro Rothbard) todavía, después y contrariamente a todas las esperanzas y buenos deseos iniciales, respaldaría felizmente el «libertarismo» de Milei, es simplemente ridículo e ignorante. De hecho, seguir llamando libertario a Milei debería ser considerado un error, ya que significa hacer pasar a un neoconservador por libertario.*

 


* Quiero agradecer a Hans-Hermann Hoppe por su generosa ayuda en la redacción de este artículo.

Artículo original aquí. Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko.

Oscar Grau
Oscar Grau
Popularizador de ideias libertárias e da ciência econômica. Trabalha na empresa familiar. Editor da seção espanhola do HansHoppe.com e administrador do @m_estado no X. Ex-editor do Centro Mises (Mises Hispano).
RELATED ARTICLES

DEIXE UMA RESPOSTA

Por favor digite seu comentário!
Por favor, digite seu nome aqui

Most Popular

Recent Comments

Maurício J. Melo on A casta política de Milei
Maurício J. Melo on A vitória é o nosso objetivo
Maurício J. Melo on A vitória é o nosso objetivo
Leitão de Almeida on Esquisitices da Religião Judaica
Maurício J. Melo on Esquisitices da Religião Judaica
Taurindio on Chegando a Palestina
Maurício J. Melo on Esquisitices da Religião Judaica
Fernando Chiocca on Anarcosionismo
Fernando Chiocca on Anarcosionismo
Daniel Gomes on Milei é um desastre
Daniel Gomes on Milei é um desastre
maurício on Milei é um desastre
Leitão de Almeida on Milei é um desastre
Joaquim Saad on Anarcosionismo
Mateus on Anarcosionismo
Revoltado on Justificando o mal
SilvanaB on Ayn Rand está morta
SilvanaB on Ayn Rand está morta
SilvanaB on Ayn Rand está morta
Carlos Santos Lisboa on A Argentina deve repudiar sua dívida
Jeferson Santana Menezes on As seis lições
Maurício J. Melo on Ayn Rand está morta
Maurício J. Melo on Ayn Rand está morta
Fernando Chiocca on Ayn Rand está morta
Luan Oliveira on Ayn Rand está morta
Fernando Chiocca on Ayn Rand está morta
Maurício J. Melo on Ayn Rand está morta
YURI CASTILHO WERMELINGER on Ayn Rand está morta
Maurício J. Melo on Ayn Rand está morta
YURI CASTILHO WERMELINGER on Ayn Rand está morta
YURI CASTILHO WERMELINGER on Ayn Rand está morta
PAULO ROBERTO MATZENBACHER DA ROSA on O mito do genocídio congolês de Leopoldo II da Bélgica
Fernando Chiocca on Ayn Rand está morta
Maurício J. Melo on Ayn Rand está morta
YURI CASTILHO WERMELINGER on Ayn Rand está morta
Maurício J. Melo on Ayn Rand está morta
Fernando Chiocca on O antissemitismo do marxismo 
Maurício J. Melo on O antissemitismo do marxismo 
Maurício J. Melo on Bem-estar social fora do estado
Maurício J. Melo on A guerra do Ocidente contra Deus
Maurício J. Melo on A guerra do Ocidente contra Deus
Maurício J. Melo on A guerra do Ocidente contra Deus
Maurício J. Melo on Objetivismo, Hitler e Kant
Norberto Correia on A Teoria da Moeda e do Crédito
maurício on O Massacre
Maurício J. Melo on A vietnamização da Ucrânia
Maurício J. Melo on A vietnamização da Ucrânia
Maurício J. Melo on Intervenção estatal e Anarquia
Maurício J. Melo on O Massacre
ROBINSON DANIEL DOS SANTOS on A falácia da Curva de Laffer
Maurício J. Melo on Da natureza do Estado
Maurício J. Melo on Da natureza do Estado
Maurício J. Melo on Um mau diagnóstico do populismo
Maurício J. Melo on O que é autodeterminação?
Marco Antônio F on Anarquia, Deus e o Papa Francisco
Renato Cipriani on Uma tarde no supermercado . . .
Maurício J. Melo on O mito do Homo Economicus
Voluntarquista Proprietariano on Anarquia, Deus e o Papa Francisco
Antonio Marcos de Souza on A Ditadura Ginocêntrica Ocidental
Maurício J. Melol on O problema do microlibertarianismo
Leninha Carvalho on As seis lições
Carlos Santos Lisboa on Confederados palestinos
Ivanise dos Santos Ferreira on Os efeitos econômicos da inflação
Ivanise dos Santos Ferreira on Os efeitos econômicos da inflação
Ivanise dos Santos Ferreira on Os efeitos econômicos da inflação
Marco Antônio F on Israel enlouqueceu?
Maurício J. Melo on Confederados palestinos
Maurício J. Melo on Confederados palestinos
Fernando Chiocca on Confederados palestinos
Matheus Polli on Confederados palestinos
Pobre Mineiro on Confederados palestinos
Matheus Oliveira De Toledo on Verdades inconvenientes sobre Israel
Ex-microempresario on O bombardeio do catolicismo japonês
Ex-microempresario on O bombardeio do catolicismo japonês
Ex-microempresario on O bombardeio do catolicismo japonês
Ana Laura Schilling on A pobreza do debate sobre as drogas
Maurício J. Melo on Israel enlouqueceu?
Fernando Chiocca on Israel enlouqueceu?
Matheus Oliveira De Toledo on A queda do pensamento crítico
Ex-microempresario on O bombardeio do catolicismo japonês
Ex-microempresario on O bombardeio do catolicismo japonês
Julio Cesar on As seis lições
Marco Antônio F on Anarquia, Deus e o Papa Francisco
Carola Megalomaníco Defensor do Clero Totalitário Religioso on Política é tirania por procuração
historiador on Por trás de Waco
Francês on O mistério continua
Revoltado on O mistério continua
Maurício J. Melo on Anarquia, Deus e o Papa Francisco
José Tadeu Silva on A OMS é um perigo real e presente
Revoltado on Dia da Mulher marxista
José Olimpio Velasques Possobom on É hora de separar escola e Estado
Bozo Patriotário Bitconheiro on Libertarianismo e boicotes
maurício on A catástrofe Reagan
maurício on A catástrofe Reagan
Imbecil Individual on A catástrofe Reagan
Flávia Augusta de Amorim Veloso on Tragédia provocada: A síndrome da morte súbita
Conrado Morais on O mal inerente do centrismo
Maurício J. Melo on Isso é legal?
Maurício J. Melo on O que podemos aprender com Putin
Imbecil Individual on Por que as drogas são proibidas?
Marco Antônio F on Por que as drogas são proibidas?
Marco Antônio F on Por que as drogas são proibidas?
Maurício J. Melo on Por que as drogas são proibidas?
Maurício J. Melo on Por que as drogas são proibidas?
Maurício J. Melo on Por que as drogas são proibidas?
Ex-microempresario on Por que as drogas são proibidas?
Ex-microempresario on Por que as drogas são proibidas?
Maurício J. Melo on Por que as drogas são proibidas?
Maurício J. Melo on Por que as drogas são proibidas?
Maurício J. Melo on Por que as drogas são proibidas?
Ex-microempresario on Por que as drogas são proibidas?
Maurício J. Melo on Por que as drogas são proibidas?
Maurício J. Melo on Ayn Rand sobre o Oriente Médio
Maurício J. Melo on Ayn Rand sobre o Oriente Médio
Daniel Gomes on Sobre a guerra na Palestina
Maurício J. Melo on Ayn Rand sobre o Oriente Médio
Maurício J. Melo on Uma Carta Aberta a Walter E. Block
Estado máximo, cidadão mínimo. on O que realmente está errado com o plano industrial do PT
Maurício J. Melo on Sobre a guerra na Palestina
Maurício J. Melo on Kulturkampf!
Maurício J. Melo on Discurso de Javier Milei em Davos
Maurício J. Melo on Discurso de Javier Milei em Davos
Maurício J. Melo on Discurso de Javier Milei em Davos
Maurício J. Melo on Discurso de Javier Milei em Davos
Maurício J. Melo on Covid e conformismo no Japão
Marco Antônio F on Tem cheiro de Genocídio
Marco Antônio F on Tem cheiro de Genocídio
Pobre Mineiro on Tem cheiro de Genocídio
Rodrigo Alfredo on Tem cheiro de Genocídio
Marco Antônio F on Tem cheiro de Genocídio
Maurício J. Melo on Tem cheiro de Genocídio
Maurício J. Melo on Fora de Controle
Pobre Mineiro on Fora de Controle
Maurício J. Melo on Fora de Controle
Antonio Gilberto Bertechini on Por que a crise climática é uma grande farsa
Pobre Mineiro on Fora de Controle
Phillipi on Anarquismo cristão
Maurício on A tramoia de Wuhan
Maurício J. Melo on Fora de Controle
Chris on Fora de Controle
Maurício J. Melo on Os lados da história
Pobre Mineiro on “Os piores dias em Gaza”
Maurício J. Melo on Os lados da história
Ex-microempresario on Os lados da história
Pobre Mineiro on Os lados da história
Pobre Mineiro on Os lados da história
Pobre Mineiro on Os lados da história
Maurício J. Melo on Os lados da história
Fernando Chiocca on “Os piores dias em Gaza”
Pobre Mineiro on Os lados da história
Fernando Chiocca on “Os piores dias em Gaza”
Maurício J. Melo on Os lados da história
Ex-microempresario on Os lados da história
Maurício J. Melo on Os lados da história
Ex-microempresario on Os lados da história
Maurício J. Melo on Os lados da história
Ex-microempresario on Os lados da história
Cristério Pahanguasimwe. on O que é a Economia Austríaca?
Pobre Mineiro on Morte e destruição em Gaza
Pobre Mineiro on A imoralidade da COP28
Maurício J. Melo on Sim, existem palestinos inocentes
Maurício J. Melo on Morte e destruição em Gaza
Maurício J. Melo on Morte e destruição em Gaza
Fernando Chiocca on Sim, existem palestinos inocentes
HELLITON SOARES MESQUITA on Sim, existem palestinos inocentes
Revoltado on A imoralidade da COP28
Pobre Mineiro on Morte e destruição em Gaza
Pobre Mineiro on Morte e destruição em Gaza
Fernando Chiocca on Morte e destruição em Gaza
HELLITON SOARES MESQUITA on Morte e destruição em Gaza
Maurício J. Melo on Morte e destruição em Gaza
Pobre Mineiro on Inspiração para a Nakba?
Historiador Libertário on Randianos são coletivistas genocidas
Historiador Libertário on Randianos são coletivistas genocidas
Historiador Libertário on Randianos são coletivistas genocidas
Historiador Libertário on Randianos são coletivistas genocidas
Maurício J. Melo on A controvérsia em torno de JFK
Joaquim Saad on Canudos vs estado positivo
Maurício J. Melo on A Economia de Javier Milei
Maurício J. Melo on A Economia de Javier Milei
Maurício J. Melo on Combatendo a ofensiva do Woke
Pobre Mineiro on Rothbard sobre Guerra
Douglas Silvério on As seis lições
Maurício José Melo on A verdadeira tragédia de Waco
Joaquim Saad on O Retorno à Moeda Sólida
Joaquim Saad on O Retorno à Moeda Sólida
Maurício J. Melo on Juízes contra o Império da Lei
Revoltado on George Floyd se matou
Revoltado on George Floyd se matou
Juan Pablo Alfonsin on Normalizando a feiura e a subversão
Cláudio Aparecido da Silva. on O conflito no Oriente Médio e o que vem por aí
Maurício J. Melo on A economia e o mundo real
Maurício J. Melo on George Floyd se matou
Victor Camargos on A economia e o mundo real
Pobre Mineiro on George Floyd se matou
Revoltado on George Floyd se matou
Universitário desmiolado on A precária situação alimentar cubana
JOSE CARLOS RODRIGUES on O maior roubo de ouro da história
Historiador Libertário on Rothbard, Milei, Bolsonaro e a nova direita
Pobre Mineiro on Vitória do Hamas
Edvaldo Apolinario da Silva on Greves e sindicatos criminosos
Maurício J. Melo on Como se define “libertário”?
Maurício J. Melo on A economia da guerra
Alexander on Não viva por mentiras
Lady Gogó on Não viva por mentiras
Roberto on A era da inversão
Roberto on A era da inversão
Samsung - Leonardo Hidalgo Barbosa on A anatomia do Estado
Maurício J. Melo on O Anarquista Relutante
Caterina Mantuano on O Caminho da Servidão
Maurício J. Melo on Mais sobre Hiroshima e Nagasaki
Pedro Lopes on A realidade na Ucrânia
Eduardo Prestes on A verdade sobre mães solteiras
Guilherme on Imposto sobre rodas
José Olimpio Velasques Possobom on Precisamos de verdade e beleza
Ex-microempresario on A OMS é um perigo real e presente
José Olimpio Velasques Possobom on A OMS é um perigo real e presente
Maurício J. Melo on Rothbard sobre o utilitarismo
LUIZ ANTONIO LORENZON on Papa Francisco e a vacina contra a Covid
Juri Peixoto on Entrevistas
Maurício J. Melo on Os Incas e o Estado Coletivista
Marcus Seixas on Imposto sobre rodas
Samuel Jackson on Devemos orar pela Ucrânia?
Maurício J. Melo on Imposto sobre rodas
Lucas Q. J. on Imposto sobre rodas
Tony Clusters on Afinal, o agro é fascista?
Joaquim Saad on A justiça social é justa?
Caterina on Mercado versus estado
Fernando Chiocca on A ética da liberdade
Fernando Chiocca on A verdadeira tragédia de Waco
Carlos Eduardo de Carvalho on Ação Humana – Um Tratado de Economia
João Marcos Theodoro on Ludwig von Mises: um racionalista social
Maurício José Melo on Lacrada woke em cima de Rothbard?
José Carlos Munhol Jr on Lacrada woke em cima de Rothbard?
Fernando Chiocca on Lacrada woke em cima de Rothbard?
Matador de onça on Os “direitos” dos animais
Micael Viegas Alcantara de Souza on Em defesa do direito de firmar contratos livremente
Adversário do Estado on Lacrada woke em cima de Rothbard?
Maurício José Melo on Nações por consentimento
Nairon de Alencar on Precisamos do Estado?
Marcus Seixas on Aflições Econômicas
Nairon de Alencar on O Governo Onipotente
Demetrius Giovanni Soares on O Governo Onipotente
Nairon de Alencar on A economia da inveja
Nairon de Alencar on Leitura de Sima Qian
Nairon de Alencar on O que sabíamos nos primeiros dias
Cândido Martins Ribeiro on A Mulher Rei dá ‘tilt’ na lacração
Robertodbarros on Precisamos de verdade e beleza
Cândido Martins Ribeiro on Precisamos de verdade e beleza
Cândido Martins Ribeiro on Precisamos de verdade e beleza
Robertodbarros on Precisamos de verdade e beleza
Marcus Seixas on O problema da democracia
Marcus Seixas on O problema da democracia
Marco Antonio F on O problema da democracia
Marco Antonio F on O problema da democracia
Cândido Martins Ribeiro on O problema da democracia
Cândido Martins Ribeiro on As linhas de frente das guerras linguísticas
Richard Feynman on Por que você não vota?
Maurício J. Melo on A fogueira de livros do Google
Maurício J. Melo on Por que você não vota?
Maurício J. Melo on Em defesa dos demagogos
Yabhiel M. Giustizia on Coerção e Consenso
Maurício J. Melo on Hoppefobia Redux
Maurício J. Melo on O problema com a autoridade
Maurício J. Melo on Raça! Aquele livro de Murray
Cândido Martins Ribeiro on Europa se suicida com suas sanções
Cândido Martins Ribeiro on Como os monarcas se tornaram servos do Estado
Nikus Janestus on Os “direitos” dos animais
João Marcos Theodoro on O verdadeiro significado de inflação
Maurício J. Melo on O ex-mafioso e a Democracia
Nikus Janestus on O ex-mafioso e a Democracia
Maurício J. Melo on Comédia Vs Estado
Cândido Martins Ribeiro on Patentes e Progresso
Maurício J. Melo on Al Capone e a data de validade
Fernando Chiocca on Comédia Vs Estado
dannobumi on Comédia Vs Estado
Maurício J. Melo on Patentes e Progresso
Demetrius Giovanni Soares on Patentes e Progresso
Demetrius Giovanni Soares on O coletivismo implícito do minarquismo
Demetrius Giovanni Soares on O coletivismo implícito do minarquismo
Cândido Martins Ribeiro on Patentes e Progresso
Cândido Martins Ribeiro on Patentes e Progresso
Maurício J. Melo on Patentes e Progresso
Cândido Martins Ribeiro on Patentes e Progresso
Cândido Martins Ribeiro on Patentes e Progresso
Demetrius Giovanni Soares on Carta aos Brasileiros Contra a Democracia
Demetrius Giovanni Soares on Patentes e Progresso
Maurício J. Melo on Patentes e Progresso
Maurício J. Melo on Patentes e Progresso
Maurício J. Melo on Patentes e Progresso
Maurício J. Melo on Patentes e Progresso
Cândido Martins Ribeiro on Patentes e Progresso
Maurício J. Melo on Patentes e Progresso
Maurício J. Melo on Mensagem de Natal de Viganò
Maurício J. Melo on Mentiras feias do Covid
Cândido Martins Ribeiro on Soljenítsin sobre a OTAN, Ucrânia e Putin
Cândido Martins Ribeiro on Soljenítsin sobre a OTAN, Ucrânia e Putin
Maurício J. Melo on Os vândalos linguísticos
Richard Feynman on A guerra imaginária
Shrek on Morte por vacina
Maurício J. Melo on Morte por vacina
Kletos Kassaki on Os verdadeiros anarquistas
Cândido Martins Ribeiro on A guerra imaginária
Maurício J. Melo on A guerra imaginária
Thomas Morus on A guerra imaginária
Cândido Martins Ribeiro on A guerra imaginária
Joaquim Saad on Os verdadeiros anarquistas
Cândido Martins Ribeiro on A conspiração Covid contra a humanidade
Gabriel Figueiro on Estado? Não, Obrigado!
Maurício J. Melo on Revelação do método
Maurício J. Melo on A missão de Isaías
Maurício J. Melo on A questão dos camelôs
Nikus Janestus on A questão dos camelôs
Ancapo Resfrogado on Votar deveria ser proibido
Fernando Chiocca on A missão de Isaías
Maurício J. Melo on Reservas fracionárias são fraude
Sedevacante Católico on A missão de Isaías
Sedevacante Católico on Uma vitória para a vida e a liberdade
Richard Feynman on A missão de Isaías
Richard Feynman on Cristianismo Vs Estatismo
Nikus Janestus on Cristianismo Vs Estatismo
Maurício J. Melo on Cristianismo Vs Estatismo
Maurício J. Melo on A ontologia do bitcoin
Maurício J. Melo on Sobre “as estradas” . . .
Nikus Janestus on Sobre “as estradas” . . .
Maurício J. Melo on Sobre “as estradas” . . .
Nikus Janestus on Sobre “as estradas” . . .
Richard Feynman on A busca pela liberdade real
Robertodbarros on A busca pela liberdade real
Maurício J. Melo on Coletivismo de Guerra
Maurício J. Melo on A Ditadura Ginocêntrica Ocidental
Simon Riley on Contra a Esquerda
Thomas Cotrim on Canudos vs estado positivo
Junior Lisboa on Canudos vs estado positivo
Thomas Cotrim on Canudos vs estado positivo
Maurício J. Melo on Canudos vs estado positivo
Maurício J. Melo on A guerra da Ucrânia é uma fraude
Richard Feynman on Descentralizado e neutro
Maurício J. Melo on O inimigo dos meus inimigos
Maurício J. Melo on Descentralizado e neutro
Maurício J. Melo on Descentralizado e neutro
Maurício J. Melo on A questão das nacionalidades
Maurício J. Melo on Todo mundo é um especialista
Maurício J. Melo on Adeus à Dama de Ferro
Maurício J. Melo on As elites erradas
Maurício J. Melo on Sobre a defesa do Estado
Maurício J. Melo on Após os Romanovs
Maurício J. Melo on A situação militar na Ucrânia
Amigo do Ancapistao on Entendendo a guerra entre oligarquias
RAFAEL BORTOLI DEBARBA on Toda a nossa pompa de outrora
Maurício J. Melo on Duas semanas para achatar o mundo
RAFAEL BORTOLI DEBARBA on Após os Romanovs
Maurício J. Melo on Os antropólogos refutaram Menger?
Dalessandro Sofista on O mito de hoje
Dalessandro Sofista on Uma crise mundial fabricada
Maurício J. Melo on O mito de hoje
Carlos Santanna on A vingança dos Putin-Nazistas!
Maurício J. Melo on O inimigo globalista
cosmic dwarf on O inimigo globalista
Maurício J. Melo on O inimigo globalista
Richard Feynman on Heróis, vilões e sanções
Fernando Chiocca on A vingança dos Putin-Nazistas!
Maurício J. Melo on A vingança dos Putin-Nazistas!
Marcus Seixas on O que temos a perder
Maurício J. Melo on Putin é o novo coronavírus?
Maurício J. Melo on A esquerda, os pobres e o estado
Maurício J. Melo on Heróis, vilões e sanções
Maurício J. Melo on O que temos a perder
Richard Feynman on Heróis, vilões e sanções
Maurício J. Melo on Heróis, vilões e sanções
Maurício J. Melo on Tudo por culpa da OTAN
Maurício J. Melo on O Ocidente é o melhor – Parte 3
Maurício J. Melo on Trudeau: nosso inimigo mortal
Teóphilo Noturno on Pelo direito de não ser cobaia
pauloricardomartinscamargos@gmail.com on O verdadeiro crime de Monark
Maurício J. Melo on O verdadeiro crime de Monark
Maurício J. Melo on A Matrix Covid
cosmic dwarf on A Matrix Covid
vagner.macedo on A Matrix Covid
Vitus on A Matrix Covid
Maurício J. Melo on Síndrome da Insanidade Vacinal
James Lauda on Mentiras gays
cosmic dwarf on Mentiras gays
Marcus Seixas on Da escuridão para a luz
Maurício J. Melo on Da escuridão para a luz
Maurício J. Melo on Mentiras gays
Richard Feynman on Mentiras gays
carlosoliveira on Mentiras gays
carlosoliveira on Mentiras gays
Maurício J. Melo on A mudança constante da narrativa
Mateus Duarte on Mentiras gays
Richard Feynman on Nem votos nem balas
Richard Feynman on Nem votos nem balas
Richard Feynman on O que deve ser feito
Fabricia on O que deve ser feito
Maurício J. Melo on Moderados versus radicais
Richard Feynman on Moderados versus radicais
Richard Feynman on As crianças do comunismo
felipecojeda@gmail.com on O sacrifício monumental de Novak Djokovic
Matos_Rodrigues on As crianças do comunismo
Matos_Rodrigues on As crianças do comunismo
Maurício J. Melo on As crianças do comunismo
Richard Feynman on É o fim das doses de reforço
Maurício J. Melo on É o fim das doses de reforço
felipecojeda@gmail.com on É o fim das doses de reforço
Kletos Kassaki on É o fim das doses de reforço
Maurício J. Melo on Rothbard e as escolhas imorais
Maurício J. Melo on A apartação dos não-vacinados
Maurício J. Melo on A apartação dos não-vacinados
Yuri Castilho Wermelinger on Como retomar nossa liberdade em 2022
Marcus Seixas on Uma sociedade conformada
Maurício J. Melo on Abaixo da superfície
Robertodbarros on Abaixo da superfície
Richard Feynman on Anarquismo cristão
Maurício J. Melo on Anarquismo cristão
Quebrada libertaria on Anarquismo cristão
gfaleck@hotmail.com on Anarquismo cristão
Maurício J. Melo on Fauci: o Dr. Mengele americano
Maurício J. Melo on O homem esquecido
Filodóxo on O custo do Iluminismo
Maurício J. Melo on Contra a Esquerda
RF3L1X on Contra a Esquerda
RF3L1X on Contra a Esquerda
Robertodbarros on Uma pandemia dos vacinados
Robertodbarros on Uma pandemia dos vacinados
Maurício J. Melo on A questão do aborto
Pedro Lucas on A questão do aborto
Pedro Lucas on A questão do aborto
Pedro Lucas on A questão do aborto
Pedro Lucas on A questão do aborto
Maurício J. Melo on Hugh Akston = Human Action?
Richard Feynman on Corrupção legalizada
Principalsuspeito on Corrupção legalizada
Maurício J. Melo on Hoppefobia
Maurício J. Melo on Hoppefobia
Richard Feynman on O que a economia não é
Richard Feynman on O que a economia não é
Maurício J. Melo on O que a economia não é
Richard Feynman on O que a economia não é
Douglas Volcato on O Mito da Defesa Nacional
Douglas Volcato on Economia, Sociedade & História
Canal Amplo Espectro Reflexoes on A Cingapura sozinha acaba com a narrativa covidiana
Daniel Vitor Gomes on Hayek e o Prêmio Nobel
Maurício J. Melo on Hayek e o Prêmio Nobel
Maurício J. Melo on Democracia e faits accomplis
Gilciclista on DECLARAÇÃO DE MÉDICOS
Gael I. Ritli on O inimigo é sempre o estado
Maurício J. Melo on Claro que eu sou um libertário
Maurício J. Melo on DECLARAÇÃO DE MÉDICOS
Maurício J. Melo on Donuts e circo
Maurício J. Melo on Um libertarianismo rothbardiano
Daniel Vitor Gomes on O mito da “reforma” tributária
Daniel Vitor Gomes on Populismo de direita
Daniel Vitor Gomes on Os “direitos” dos animais
Daniel Vitor Gomes on Os “direitos” dos animais
Maurício J. Melo on A verdade sobre fake news
Hemorroida Incandescente do Barroso on Socialismo – Uma análise econômica e sociológica
Richard Feynman on Nem votos nem balas
Maurício J. Melo on Nem votos nem balas
Richard Feynman on Nem votos nem balas
Richard Feynman on A lei moral contra a tirania
Maurício J. Melo on A ética da liberdade
cosmic dwarf on O Império contra-ataca
peridot 2f5l cut-5gx on Nacionalismo e Secessão
Maurício J. Melo on Nacionalismo e Secessão
The Schofield County on O catolicismo e o austrolibertarianismo
The Schofield County on O catolicismo e o austrolibertarianismo
pauloartur1991 on O Mito da Defesa Nacional
Cadmiel Estillac Pimentel on A teoria subjetivista do valor é ideológica?
Maurício J. Melo on Anarcocapitalismo e nacionalismo
Maurício J. Melo on A pobreza: causas e implicações
Richard Feynman on O inimigo é sempre o estado
Robertodbarros on Como o Texas matou o Covid
cosmic dwarf on Como o Texas matou o Covid
ApenasUmInfiltradonoEstado on Cientificismo, o pai das constituições
Paulo Marcelo on A ascensão do Bitcoin
Robertodbarros on O inimigo é sempre o estado
Maurício J. Melo on O inimigo é sempre o estado
Fernando Chiocca on O inimigo é sempre o estado
Robertodbarros on O inimigo é sempre o estado
Maurício J. Melo on O inimigo é sempre o estado
Rafael Henrique Rodrigues Alves on Criptomoedas, Hayek e o fim do papel moeda
Richard Feynman on Que mundo louco
Maurício J. Melo on Que mundo louco
gabriel9891 on Os perigos das máscaras
Will Peter on Os perigos das máscaras
Fernando Chiocca on Os perigos das máscaras
guilherme allan on Os perigos das máscaras
Juliano Arantes de Andrade on Não existe “seguir a ciência”
Maurício J. Melo on Mises sobre secessão
Fernando Chiocca on O velho partido novo
Maurício J. Melo on O velho partido novo
Richard Feynman on O velho partido novo
Maurício J. Melo on Não temas
Claudio Souza on Brasil, tira tua máscara!
Maurício J. Melo on Por que imposto é roubo
Yuri Castilho Wermelinger on A felicidade é essencial
Yuri Castilho Wermelinger on Como se deve viver?
Yuri Castilho Wermelinger on Como se deve viver?
Yuri Castilho Wermelinger on Por que o jornalismo econômico é tão ruim?
Yuri Castilho Wermelinger on Por que o jornalismo econômico é tão ruim?
Maurício J. Melo on Como se deve viver?
Yuri Castilho Wermelinger on Harmonia de classes, não guerra de classes
Yuri Castilho Wermelinger on Meu empregador exige máscara, e agora?
Yuri Castilho Wermelinger on O aniversário de 1 ano da quarentena
Maurício J. Melo on Em defesa do Paleolibertarianismo
Maurício J. Melo on O cavalo de Troia da concorrência
Maurício J. Melo on A Era Progressista e a Família
Rômulo Eduardo on A Era Progressista e a Família
Yuri Castilho Wermelinger on Quem controla e mantém o estado moderno?
Richard Feynman on Por que Rothbard perdura
Mauricio J. Melo on O mito do “poder econômico”
Mauricio J. Melo on O mito do “poder econômico”
Yuri Castilho Wermelinger on O mito do “poder econômico”
Yuri Castilho Wermelinger on O mito do “poder econômico”
Yuri Castilho Wermelinger on Manipulação em massa – Como funciona
Yuri Castilho Wermelinger on Coca-Cola, favoritismo e guerra às drogas
Mauricio J. Melo on Justiça injusta
Yuri Castilho Wermelinger on Coca-Cola, favoritismo e guerra às drogas
Richard Feynman on A grande fraude da vacina
Yuri Castilho Wermelinger on Hoppefobia
Mauricio J. Melo on Hoppefobia
Yuri Castilho Wermelinger on Máscara, moeda, estado e a estupidez humana
Joaquim Saad de Carvalho on Máscara, moeda, estado e a estupidez humana
Marcos Vasconcelos Kretschmer on Economia em 15 minutos
Mauricio J. Melo on Mises contra Marx
Zeli Teixeira de Carvalho Filho on A deplorável ascensão dos idiotas úteis
Joaquim Alberto Vasconcellos on A deplorável ascensão dos idiotas úteis
A Vitória Eugênia de Araújo Bastos on A deplorável ascensão dos idiotas úteis
RAFAEL BORTOLI DEBARBA on A farsa sobre Abraham Lincoln
Maurício J. Melo on A farsa sobre Abraham Lincoln
charles santos da silva on Hoppe sobre como lidar com o Corona 
Luciano Gomes de Carvalho Pereira on Bem-vindo a 2021, a era da pós-persuasão!
Luciano Gomes de Carvalho Pereira on Bem-vindo a 2021, a era da pós-persuasão!
Rafael Rodrigo Pacheco da Silva on Afinal, qual é a desse “Grande Reinício”?
RAFAEL BORTOLI DEBARBA on A deplorável ascensão dos idiotas úteis
Wendel Kaíque Padilha on A deplorável ascensão dos idiotas úteis
Marcius Santos on O Caminho da Servidão
Maurício J. Melo on A gênese do estado
Maurício J. Melo on 20 coisas que 2020 me ensinou
Kletos on Mostrar respeito?
Juliano Oliveira on 20 coisas que 2020 me ensinou
maria cleonice cardoso da silva on Aliança Mundial de Médicos: “Não há Pandemia.”
Regina Cassia Ferreira de Araújo on Aliança Mundial de Médicos: “Não há Pandemia.”
Alex Barbosa on Brasil, tira tua máscara!
Regina Lúcia Allemand Mancebo on Brasil, tira tua máscara!
Marcelo Corrêa Merlo Pantuzza on Aliança Mundial de Médicos: “Não há Pandemia.”
A Vitória Eugênia de Araújo Bastos on A maior fraude já perpetrada contra um público desavisado
Kletos on Salvando Vidas
Maurício J. Melo on As lições econômicas de Belém
RAFAEL BORTOLI DEBARBA on O futuro que os planejadores nos reservam
Fernando Chiocca on Os “direitos” dos animais
Maurício J. Melo on O mito da Constituição
Maurício J. Melo on Os alemães estão de volta!
Tadeu de Barcelos Ferreira on Não existe vacina contra tirania
Maurício J. Melo on Em defesa do idealismo radical
Maurício J. Melo on Em defesa do idealismo radical
RAFAEL RODRIGO PACHECO DA SILVA on A incoerência intelectual do Conservadorismo
Thaynan Paulo Fernandes Bezerra de Mendonça on Liberdade através do voto?
Maurício J. Melo on Liberdade através do voto?
Maurício J. Melo on Políticos são todos iguais
Fernando Chiocca on Políticos são todos iguais
Vitor_Woz on Por que paleo?
Maurício Barbosa on Políticos são todos iguais
Maurício J. Melo on Votar é burrice
Graciano on Votar é burrice
Maurício J. Melo on Socialismo é escravidão (e pior)
Raissa on Gaslighting global
Maurício J. Melo on Gaslighting global
Maurício J. Melo on O ano dos disfarces
Maurício J. Melo on O culto covidiano
Graciano on O ano dos disfarces
Johana Klotz on O culto covidiano
Graciano on O culto covidiano
Fernando Chiocca on O culto covidiano
Mateus on O culto covidiano
Leonardo Ferraz on O canto de sereia do Estado
Maurício J. Melo on Quarentena: o novo totalitarismo
Maurício J. Melo on Por que o Estado existe?  
Fernando Chiocca on I. Um libertário realista
Luis Ritta on O roubo do TikTok
Maurício J. Melo on Síndrome de Melbourne
Maurício J. Melo on Porta de entrada
Joaquim Saad on Porta de entrada
Kletos Kassaki on No caminho do estado servil
Maurício de Souza Amaro on Aviso sobre o perigo de máscaras!
Joaquim Saad on Justiça injusta
Maurício de Souza Amaro on Aviso sobre o perigo de máscaras!
RAFAEL BORTOLI DEBARBA on No caminho do estado servil
Maurício J. Melo on Mises e Rothbard sobre democracia
Bruno Silva on Justiça injusta
Alberto Soares on O efeito placebo das máscaras
Bovino Revoltado on O medo é um monstro viral
Austríaco Iniciante on O medo é um monstro viral
Fernando Chiocca on A ética dos Lambedores de Botas
Matheus Alexandre on Opositores da quarentena, uni-vos
Maria Luiza Rivero on Opositores da quarentena, uni-vos
Rafael Bortoli Debarba on #SomosTodosDesembargardor
Ciro Mendonça da Conceição on Da quarentena ao Grande Reinício
Henrique Davi on O preço do tempo
Manoel Castro on #SomosTodosDesembargardor
Felipe L. on Por que não irei usar
Eduardo Perovano Santana on Prezados humanos: Máscaras não funcionam
Maurício J. Melo on Por que não irei usar
Pedro Antônio do Nascimento Netto on Prefácio do livro “Uma breve história do homem”
Joaquim Saad on Por que não irei usar
Matheus Alexandre on Por que não irei usar
Fernando Chiocca on Por que não irei usar
Fernando Chiocca on Por que não irei usar
Daniel Brandao on Por que não irei usar
LEANDRO FERNANDES on Os problemas da inflação
Luciana de Ascenção on Aviso sobre o perigo de máscaras!
Manoel Graciano on Preservem a inteligência!
Manoel Graciano on As lições do COVID-19
Manoel Graciano on Qual partido disse isso?
Manoel Graciano on Ambientalismo e Livre-Mercado
Abacate Libertário on O Ambientalista Libertário
Douglas Volcato on Uma defesa da Lei Natural
Joaquim Saad on Uma defesa da Lei Natural
Douglas Volcato on O Rio e o Velho Oeste
Ernesto Wenth Filho on Nietzsche, Pandemia e Libertarianismo
LAERCIO PEREIRA on Doença é a saúde do estado
Maurício J. Melo on Doença é a saúde do estado
José Carlos Andrade on Idade Média: uma análise libertária
Wellington Silveira Tejo on Cientificismo, o pai das constituições
Barbieri on O Gulag Sanitário
filipi rodrigues dos santos on O coletivismo implícito do minarquismo
filipi rodrigues dos santos on O coletivismo implícito do minarquismo
Kletos Kassaki on O Gulag Sanitário
Paulo Alberto Bezerra de Queiroz on Por que Bolsonaro se recusa a fechar a economia?
Privacidade on O Gulag Sanitário
Jothaeff Treisveizs on A Lei
Fernando Chiocca on É mentira
Renato Batista Sant'Ana on É mentira
Vanessa Marques on Sem produção não há renda
Anderson Lima Canella on Religião e libertarianismo
edersonxavierx@gmail.com on Sem produção não há renda
Mauricio Barbosa on Sem produção não há renda
Eduardo on Poder e Mercado
Valéria Affonso on Vocês foram enganados
JOAO B M ZABOT on Serviços não essenciais
Marcelino Mendes Cardoso on Vocês foram enganados
Jay Markus on Vocês foram enganados
Caio Rodrigues on Vocês foram enganados
Fernando Chiocca on Vocês foram enganados
João Rios on Vocês foram enganados
Sebastião on Vocês foram enganados
Alexandre Moreira Bolzani on Vocês foram enganados
João Victor Deusdará Banci on Uma crise é uma coisa terrível de se desperdiçar
João Victor Deusdará Banci on Mises, Hayek e a solução dos problemas ambientais
José Carlos Andrade on Banco Central é socialismo
thinklbs on O teste Hitler
Daniel Martinelli on Quem matou Jesus Cristo?
Vinicius Gabriel Tanaka de Holanda Cavalcanti on O que é a inflação?
Maurício J. Melo on Quem matou Jesus Cristo?
Edivaldo Júnior on Matemática básica do crime
Fernando Schwambach on Matemática básica do crime
Carloso on O PISA é inútil
Vítor Cruz on A origem do dinheiro
Maurício José Melo on Para entender o libertarianismo direito
LUIZ EDMUNDO DE OLIVEIRA MORAES on União Europeia: uma perversidade econômica e moral
Fernando Chiocca on À favor das cotas racistas
Ricardo on Imposto sobre o sol
vastolorde on Imposto sobre o sol
Max Táoli on Pobres de Esquerda
Joaquim Saad on Imposto sobre o sol
Fernando Chiocca on A ética da polícia
Paulo José Carlos Alexandre on Rothbard estava certo
Paulo José Carlos Alexandre on Rothbard estava certo
Paulo Alberto Bezerra de Queiroz Magalhães on Como consegui ser um policial libertário por 3 anos
fabio bronzeli pie on Libertarianismo Popular Brasileiro
João Pedro Nachbar on Socialismo e Política
SERGIO MOURA on O PISA é inútil
Jemuel on O PISA é inútil
Mariahelenasaad@gmail.com on O PISA é inútil
Yuri CW on O PISA é inútil
Rodrigo on Contra a esquerda
José Carlos Andrade on A maldade singular da esquerda
Lucas Andrade on À favor das cotas racistas
DouglasVolcato on À favor das cotas racistas
Fernando Chiocca on À favor das cotas racistas
TEFISCHER SOARES on À favor das cotas racistas
Natan R Paiva on À favor das cotas racistas
Joaquim Saad on À favor das cotas racistas
Caio Henrique Arruda on À favor das cotas racistas
Guilherme Nunes Amaral dos Santos on À favor das cotas racistas
GUSTAVO MORENO DE CAMPOS on A arma de fogo é a civilização
Samuel Isidoro dos Santos Júnior on Hoppefobia
Edmilson Moraes on O toque de Midas dos parasitas
Mauro Horst on Teoria do caos
Fernando Chiocca on Anarquia na Somália
liberotário on Anarquia na Somália
Rafael Bortoli Debarba on O teste Hitler
Lil Ancap on Por que eu não voto
Matheus Martins on A origem do dinheiro
OSWALDO C. B. JUNIOR on Se beber, dirija?
Jeferson Caetano on O teste Hitler
Rafael Bortoli Debarba on O teste Hitler
Rafael Bortoli Debarba on Nota sobre a alteração de nome
Alfredo Alves Chilembelembe Seyungo on A verdadeira face de Nelson Mandela
Nilo Francisco Pereira netto on Socialismo à brasileira, em números
Henrique on O custo do Iluminismo
Fernando Chiocca on Mises explica a guerra às drogas
Rafael Pinheiro on Iguais só em teoria
Rafael Bortoli Debarba on A origem do dinheiro
João Lucas on A anatomia do Estado
Fernando Chiocca on Simplificando o Homeschooling
Guilherme Silveira on O manifesto ambiental libertário
Fernando Chiocca on Entrevista com Miguel Anxo Bastos
DAVID FERREIRA DINIZ on Política é violência
Fernando Chiocca on A possibilidade da anarquia
Guilherme Campos Salles on O custo do Iluminismo
Eduardo Hendrikson Bilda on O custo do Iluminismo
Daniel on MÚSICA ANCAP BR
Wanderley Gomes on Privatize tudo
Joaquim Saad on O ‘progresso’ de Pinker
Cadu Pereira on A questão do aborto
Daniel on Poder e Mercado
Neliton Streppel on A Lei
Erick Trauevein Otoni on Bitcoin – a moeda na era digital
Skeptic on Genericídio
Fernando Chiocca on Genericídio
Antonio Nunes Rocha on Lord Keynes e a Lei de Say
Skeptic on Genericídio
Elias Conceição dos santos on O McDonald’s como o paradigma do progresso
Ignacio Ito on Política é violência
ANCAPISTA on Socialismo e Política
Élber de Almeida Siqueira on O argumento libertário contra a Lei Rouanet
ANTONIO CESAR RODRIGUES ALMENDRA on O Feminismo e o declínio da felicidade das mulheres
Neta das bruxas que nao conseguiram queimar on O Feminismo e o declínio da felicidade das mulheres
Jonathan Silva on Teoria do caos
Fernando Chiocca on Os “direitos” dos animais
Gabriel Peres Bernes on Os “direitos” dos animais
Paulo Monteiro Sampaio Paulo on Teoria do caos
Mídia Insana on O modelo de Ruanda
Fernando Chiocca on Lei Privada
Joaquim Saad on Repensando Churchill
Helton K on Repensando Churchill
PETRVS ENRICVS on Amadurecendo com Murray
DANIEL UMISEDO on Um Livre Mercado em 30 Dias
Joaquim Saad on A verdade sobre fake news
Klauber Gabriel Souza de Oliveira on A verdadeira face de Nelson Mandela
Jean Carlo Vieira on Votar deveria ser proibido
Fernando Chiocca on A verdade sobre fake news
Lucas Barbosa on A verdade sobre fake news
Fernando Chiocca on A verdade sobre fake news
Arthur Clemente on O bem caminha armado
Fernando Chiocca on A falácia da Curva de Laffer
MARCELLO FERREIRA LEAO on A falácia da Curva de Laffer
Gabriel Ramos Valadares on O bem caminha armado
Maurício on O bem caminha armado
Rafael Andrade on O bem caminha armado
Raimundo Almeida on Teoria do caos
Vanderlei Nogueira on Imposto = Roubo
Vinicius on O velho partido novo
Mauricio on O mito Hiroshima
Lorhan Mendes Aniceto on O princípio da secessão
Ignacio Ito on O princípio da secessão
Matheus Almeida on A questão do aborto
Ignacio Ito on Imposto = Roubo
Hans Hoppe on Imposto = Roubo
Jonas Coelho Nunes on Mises e a família
Giovanni on A questão do aborto
Jan Janosh Ravid on A falácia da Curva de Laffer
Satoshi Rothbard on Por que as pessoas não entendem?
Fernando Chiocca on A agressão “legalizada”
Mateus Duarte on A agressão “legalizada”
Fernando Dutra on A ética da liberdade
Augusto Cesar Androlage de Almeida on O trabalhismo de Vargas: tragédia do Brasil
Fernando Chiocca on Como uma Economia Cresce
Hélio Fontenele on Como uma Economia Cresce
Grégoire Demets on A Mentalidade Anticapitalista
FILIPE OLEGÁRIO DE CARVALHO on Mente, Materialismo e o destino do Homem
Wallace Nascimento on A economia dos ovos de Páscoa
Vinicius Gabriel Tanaka de Holanda Cavalcanti on A economia dos ovos de Páscoa
Eugni Rangel Fischer on A economia dos ovos de Páscoa
Cristiano Firmino on As Corporações e a Esquerda
Luciano Pavarotti on Imposto é roubo
Luciano Pavarotti on As Corporações e a Esquerda
Leandro Anevérgetes on Fascismo: uma aflição bipartidária
FELIPE FERREIRA CARDOSO on Os verdadeiros campeões das Olimpíadas
mateus on Privatize tudo
victor barreto on O que é a inflação?
Fábio Araújo on Imposto é roubo
Henrique Meirelles on A falácia da Curva de Laffer
Paulo Filipe Ferreira Cabral on A falácia da Curva de Laffer
sephora sá on A pena de morte
Ninguem Apenas on A falácia da Curva de Laffer
UserMaster on O que é a inflação?
Pedro Enrique Beruto on O que é a inflação?
Matheus Victor on Socialismo e Política
Rafael on Por que paleo?
vanderlei nogueira on Sociedade sem estado
vanderlei nogueira on Independência de Brasília ou morte
vanderlei nogueira on Independência de Brasília ou morte
Fernando Chiocca on Por que paleo?
Esdras Donglares on Por que paleo?
Fernando Chiocca on A Amazônia é nossa?
Fernando Chiocca on A Amazônia é nossa?
Margareth on A Amazônia é nossa?
André Lima on A questão do aborto
Fernando Chiocca on Socialismo e Política
André Manzaro on Por que paleo?
Markut on O mito Hiroshima
Eduardo César on Por que paleo?
Thiago Ferreira de Araujo on Porque eles odeiam Rothbard
mauricio barbosa on Capitalismo bolchevique
Vinicius Gabriel Tanaka de Holanda Cavalcanti on Uma agência assassina
rodrigo nunes on Sociedade sem estado
Fernando Chiocca on A natureza interior do governo
Marcello Perez Marques de Azevedo on Porque eles odeiam Rothbard
Virgílio Marques on Sociedade sem estado
Vinicius Gabriel Tanaka de Holanda Cavalcanti on O que é a inflação?
Fernando Chiocca on A ética da liberdade
Fernando Chiocca on Os “direitos” dos animais
Rafael Andrade on Por que imposto é roubo
Joseli Zonta on O presente do Natal
Ana Fernanda Castellano on Liberalismo Clássico Vs Anarcocapitalismo
Luciano Takaki on Privatizar por quê?
joão bosco v de souza on Privatizar por quê?
saoPaulo on A questão do aborto
joão bosco v de souza on Sociedade sem estado
Luciano Takaki on Sociedade sem estado
Luciano Takaki on Privatizar por quê?
joão bosco v de souza on Sociedade sem estado
joão bosco v de souza on Privatizar por quê?
Júnio Paschoal on Hoppefobia
Sem nomem on A anatomia do estado
Fernando Chiocca on Teoria do caos
RAFAEL SERGIO on Teoria do caos
Luciano Takaki on A questão do aborto
Bruno Cavalcante on Teoria do caos
Douglas Fernandes Dos Santos on Revivendo o Ocidente
Hélio do Amaral on O velho partido novo
Rafael Andrade on Populismo de direita
Fernando Chiocca on Votar deveria ser proibido
Thiago Leite Costa Valente on A revolução de Carl Menger
mauricio barbosa on O mito do socialismo democrático
Felipe Galves Duarte on Cuidado com as Armadilhas Kafkianas
mauricio barbosa on A escolha do campo de batalha
Leonardo da cruz reno on A posição de Mises sobre a secessão
Votin Habbar on O Caminho da Servidão
Luigi Carlo Favaro on A falácia do valor intrínseco
Bruno Cavalcante on Hoppefobia
Wellington Pablo F. on Pelo direito de dirigir alcoolizado
ANONIMO on Votos e Balas
Marcos Martinelli on Como funciona a burocracia estatal
Bruno Cavalcante on A verdade, completa e inegável
Aristeu Pardini on Entenda o marxismo em um minuto
Fernando Chiocca on O velho partido novo
Enderson Correa Bahia on O velho partido novo
Eder de Oliveira on A arma de fogo é a civilização
Fernando Chiocca on A arma de fogo é a civilização
Heider Leão on Votar é uma grande piada
Leo Lana on O velho partido novo
Fernando Chiocca on O mito do império da lei
gustavo ortenzi on O mito do império da lei
Douglas Fernandes Dos Santos on Democracia – o deus que falhou
mauricio barbosa on INSS e a ilusão de seguridade
mauricio barbosa on Justiça e direito de propriedade
Josias de Paula Jr. on Independência de Brasília ou morte
Bruno Cavalcante on Democracia – o deus que falhou
paulistana on IMB sob nova direção
Alexandre on IMB sob nova direção